EL PODER FRENTE A LA FUERZA-Dr. DAVID R. HAWKINS
MI CUERPO SABE
Este libro me puso en contacto
con la quinesiología conductual. Me mostró como mi cuerpo, en específico mis
músculos, se debilitan al ser expuestos a elementos físicos o mentales
negativos, así como ante la falsedad, lo maligno o lo inviable. Mi cuerpo
sabe lo que es bueno para mí, reconoce mi verdad y me muestra lo que se alinea
con mi esencia.
Esta información me hizo “clic”,
y le dio estructura a algo que había estado sintiendo y conociendo hace meses a
través del yoga. El practicar Hata Yoga me ha permitido conectar con mis
músculos, respiración y sensaciones. He ido descubriendo una forma mucho más
poderosa de habitar mi cuerpo. A través de esta nueva conciencia, expandí mi capacidad
de percibir las sensaciones que me generan ciertos alimentos, lugares,
personas, mi ciclo menstrual o las emociones.
Ahora tengo la certeza de que mi
cuerpo, mente, emociones, energía y espíritu no se encuentran separados. No hay
líneas que separen lo uno de lo otro, así como tampoco hay uno más importante o
que prevalezca sobre los demás. Al estar unidos puedo llevar alivio desde mi
cuerpo a mis emociones, o desde mi mente a mi cuerpo. Ignorar esto es privarme
de mucho poder.
Puedo transitar emociones con más
ligereza bailando o ejercitándome. Puedo reprogramar o desbloquear creencias
limitantes mediante técnicas como el EFT “tapping”, que consiste en tocar
lugares de mi cuerpo realizando afirmaciones. También he descubierto que, usando
mi voz, como con el kirtan, se eleva mi energía y vibración. Y es indudable que,
mediante meditaciones, afirmaciones y visualizaciones, puedo sanar mi cuerpo.
PREGÚNTALE A TU CUERPO
A veces es difícil saber quién quiero ser ante los retos que se presentan en mi vida, así como saber qué me conviene, o por qué me enfermo, o cuál es la razón de que sufra tanto ante alguna situación. Me pregunto: ¿Por qué esto me afecta tanto? Me llego a sentir como si no pudiese ver el panorama completo. Por más que desee entender, estoy en un punto ciego que me impide reconocer quién estoy siendo y qué me estoy ocultando. ¿Cuál es la sombra? ¿Cuál es esa mentira que se disfraza de verdad? ¿Qué es lo que creo de quien soy, de la vida, de las personas o de Dios que me limita? Pero mi cuerpo sí sabe. Hay una inteligencia en él, en cada célula; ojo que digo inteligencia y no intelecto, y esta sabe mucho más.
Haciendo uso de la quinesiología
conductual, el autor realizó el estudio de los niveles de conciencia del ser
humano, lo que le permitió reconocer aquella energía unificadora a la que
nombró Poder.
El libro nos enseña una técnica para
llevar este conocimiento a nuestra cotidianidad, y así cualquiera de nosotros
podamos hacer uso de ella.
Lo primero es colocarte de pie o
sentado sin respaldo en la espalda. Luego, te llevas a un estado de profunda
relajación y, cuando te sientas listo, formulas una declaración verdadera; puede
ser en voz alta o mantenerla en el pensamiento. Puede ser “mi nombre es…” o
“mis ojos son de color…”; algo que no tengas la menor duda de que es verdad. Debes
estar atento a la reacción de tu cuerpo. Puedes sentir que se convierte en un
péndulo y se balancea hacia adelante o a un lado, o sentirte solido como una
roca, o levitar, etc. La idea es identificar cómo se siente en el cuerpo tu
verdad.
Ahora haces lo mismo, pero con
una declaración rotundamente falsa. Puedes tardar un tiempo mientras te
familiarizas; como en todo, la clave es la constancia y la voluntad de auto
conocerse. Es importante que, antes de hacer tus preguntas o declaraciones, primero
digas: “En nombre del bien más elevado, ¿puedo realizar esta pregunta?”. Necesitas
saber si estás listo para la respuesta y, si la respuesta es “sí”, puedes
confiar en que comprenderás lo que tu cuerpo te transmita.
He realizado esta práctica algunas
veces o, simplemente, he estado atenta a lo que me dice mi cuerpo frente a una
persona, situación o decisión. Esto no es tan simple como escuchar una nota de
voz. De lo que sí estoy segura es que cada vez el mensaje se aclara un poco
más.
EL MAGNETISMO Y EL MANIFESTAR
Durante años creí que, para
manifestar mis sueños y deseos, debía forzarme, trabajar incansablemente y hacerlo
con disciplina y dedicación. Esta parte es a lo que el autor le llama “fuerza”,
o, según mi interpretación, es lo que yo defino como mi energía masculina.
Sin embargo, lo que descubrí recientemente ha desafiado todo lo que pensaba
sobre el éxito y la manifestación.
Me planteo una meta y actúo de inmediato
para lograrla. Así he logrado muchas cosas. Esto ha reforzado la creencia de
que es la única forma de conseguir mis metas. Pero hay otra cara del manifestar.
Es un lado del que apenas me estoy enterando y que deseo integrar a mi vida para
que sea mi nueva realidad.
Esta transformación implica cambiar
varios programas mentales aprendidos de mi familia y cultura. Son creencias de
las que nunca había dudado, cuentos como: “Obtener el pan con el sudor de la
frente”, o esa de que “la vida es dura”, “lo que no le cuesta lo hace fiesta”,
o “El camarón que se duerme se lo lleva la corriente” y la más fuerte: “Al
hombre pobre y sin plata, la cama lo mata.”
La otra forma de manifestar tiene
que ver con permitirme ser auténticamente yo, mi verdadera esencia. Dejarme
guiar por el deseo, la alegría, la suavidad, o sea, lo que se siente bien. No
se trata solo de ser quien necesite ser para lograrlo, sino también de dejarme
ser quien soy.
Cuando expreso la realidad que
llevo dentro y honro mis pasiones, mi alegría y mis necesidades, puedo
conectarme con el amor, la creatividad y la voluntad. Estas vibraciones son lo
que el autor llama “atractores”. Al anclarme a una de estas corrientes poderosas,
las cosas llegan sin esfuerzo. Accedo al poder de estos “atractores” cuando me vínculo
con lo que me da sentido (mi causa), con mis principios y valores. Así vibro en
una resonancia única, que solo yo puedo emitir. Inevitablemente atrae lo similar
y repele lo contrario. Así materializo sin dolor, al contrario, disfrutando de
cada paso que doy, “tu das un paso y el universo da mil hacia ti”. Esta
es la magia: el universo nos sorprende manifestando aquello que ni siquiera
sabíamos era posible o que nos haría sentir tan bien. Entonces, la pregunta
es: “Universo, ¿qué más hay para mí?” Esto es MAGNETISMO.
ENERGÍA FEMENINA FRENTE A LA MASCULINA
Cuando me refiero a energía
femenina y masculina, no hago referencia al género. Tanto hombres como mujeres poseemos
ambas energías. También se les conoce como el Yin y el Yang, o, el Ha y el Tha. Es como en una batería, donde hay dos polos. Históricamente,
se ha exaltado la energía masculina del logro, la fuerza, el poder, la
conquista, dar y el hacer. En cambio, se ha menospreciado la energía femenina de
nutrir, cuidar, empatizar, la suavidad, el placer, la seducción y el ser. Hoy, estamos
comprendiendo mejor la energía femenina y su importancia para alcanzar la felicidad.
Conectar con la energía femenina suele
asociarse con lo débil. Sin embargo, es justamente lo que el autor llama PODER.
Una vida más suave siempre ha estado disponible para todos.
Lo que quiero es alinear mis dos
energías, la femenina y la masculina. Maternarme, nutrirme, disfrutar, recibir…
y seducir a la vida, así como tener disciplina, voluntad, determinación, dedicación
y saberme capaz. Si algo se siente demasiado sufrido, tal vez ese no es mi
camino. Puedo cambiar el camino, cambiar la percepción, o incluso cambiar
la meta. Esto es libertad.
¿QUÉ PUEDO HACER HOY PARA SENTIRME YO?
Estamos cubiertos por capas y capas de lo que no somos, actuando como creemos que deberíamos, o como piensan que deberíamos ser. A menudo atraemos y alcanzamos sueños y metas, pero al lograrlas, nos damos cuenta de que no nos producen la sensación que realmente buscábamos. La verdad es que no perseguimos cosas; corremos tras lo que creemos que esas cosas nos harán sentir. En momentos me llega la sabiduría y comprendo que nada de afuera logrará darme la dicha que tanto quiero. Pero, inevitablemente, me vuelvo a dormir y sigo corriendo tras cosas.
A veces me siento tan confundida
que ni siquiera sé qué de todo lo que hay allá afuera, en este inmenso mundo, es
lo que realmente quiero. Sin proponérmelo, suelo caer en la trampa de hacer
mucho por impresionar a otros, por mantener mi autoimagen, por saberme una
mujer responsable, poderosa, inteligente, buena, exitosa, etc. Pero ¿a qué
costo pienso mantener esta personalidad? Suelo estar dispuesta a entregar mi
tiempo, energía y atención por ser alguien que no soy, alguien que realmente no
me da lo que quiero, que no atrae lo que me da alegría, dicha y paz. Invierto
mi energía masculina en el lugar equivocado, y es por eso que a veces siento
que es tan difícil y complicado avanzar en la vida. “No me siento cansada
por hacer mucho, sino por hacer poco de lo que me apasiona” es algo que debo
repetirme constantemente.
¿Cómo sabrá el universo ubicarme
en su GPS si no estoy siendo yo? Cree que soy otra y me envía mucho de lo que
no me pertenece. Liberar mi autenticidad es la tarea de toda mi vida, y también
la de nuestra colectividad. ¿Qué más valioso puede haber? Y es alentador,
porque al ir dejando caer los velos, encontrando mis verdades, mis principios y
valores, me voy sintiendo más liviana, más yo. El verme libre y viviendo una
vida con significado me permite encontrar el placer de existir. Ese es EL PODER.
NIVELES DE CONCIENCIA
En su investigación, el autor
explica los niveles de conciencia humana y los vincula a valores numéricos y
emociones, lo que nos permite comprenderlos mejor. En cuanto al valor, yo lo
asocio como el nivel de nuestra vibración y, como ya lo he mencionado, nos ubica
en una realidad de vibraciones semejantes.
Cuando pienso en el cielo y el
infierno, no los imagino como lugares, sino como estados vibracionales en los
que nos encontramos. No están en el futuro, sino en este momento. No depende de
los juicios sobre que tan buena o mala soy, sino de mi capacidad para elevar mi
vibración y acceder a niveles de conciencia superiores.
Los niveles de conciencia están
mezclados en nuestro interior. Hay áreas de nuestra vida donde tenemos una visión
más clara de nosotros mismos, ampliamos nuestra perspectiva y lo entendemos. Sin
embargo, en otras áreas no podemos salir del bucle de pensamientos negativos, nos
cerramos a nuevas formas de ver y nos resulta casi imposible reconocer la
falsedad de nuestras creencias limitantes y dolorosas.
Solo podemos acceder a la
verdad de nuestro nivel actual de conciencia y a aquellos niveles que están por
debajo. Por lo que requiere determinación, voluntad y muchísima autocompasión
dar el salto a un nivel de conciencia superior. Este proceso nos trae incomodidad,
ya que nuestro ego se resiste por orgullo. Para avanzar, debemos darnos
cuenta de que a aquello a lo que le dimos nuestra vida, en realidad, carece
de importancia. Es necesario ver que aquello que defendíamos como parte de
nuestra personalidad es feo, desagradable o incluso dañino.
Para salir de la negatividad y el
auto-odio, me ayuda el verlo como una broma cósmica. Sí logro reírme de ello,
¡ya lo he conseguido! Me imagino riéndome de mí misma y diciéndome:
"¿Y crees que esto es tan importante?" Aplico este enfoque en la
enfermedad, la pérdida, la muerte y en todo lo que me acontece.
¿Cómo saber si estás ascendiendo de nivel de conciencia? La respuesta es sencilla: “Alegría, alegría, alegría”. A medida que ascendemos, experimentamos un mayor placer por el simple hecho de existir.
No se trata de imitar los actos
de las personas exitosas o con mayor nivel de conciencia, sino de adoptar sus
principios y valores, mientras seguimos definiendo los nuestros.
Así como podemos ascender de
nivel, también podemos descender. Cuando perdemos el estado superior, a menudo
se le llama “la angustia del alma”. Se trata de la creencia, aunque
momentánea, de que no seremos capaces de acceder a estados de conciencia más
elevados. Sin embargo, estos son solo episodios temporales. Si mantenemos
nuestra voluntad firme, eventualmente regresaremos, porque todo ocurre por una
razón: “asumir la responsabilidad de la verdad que hay en nuestra vida”
Al leer los diferentes niveles de
conciencia, identifico que he estado en varios de ellos, llegando hasta el de
la alegría. Veo hacia atrás y entiendo cómo he subido y bajado por ellos;
incluso, en un solo día, puedo experimentar su variedad. Y realmente estoy
confundida: ¿es posible permanecer siempre en los más elevados? ¿es a lo que
aspiramos como humanos?
A continuación, he sintetizado lo
más que pude los niveles de conciencia.
20: Vergüenza. Se trata de
sentirnos desacreditados como seres humanos, desear desaparecer o ser invisibles,
incluso puede llegar al deseo de dejar de existir. Cuando actuamos solo para
evitar la vergüenza nos podemos volver perfeccionistas, rígidos y aparentar un falso
orgullo. También atrae otras emociones negativas, como la ira y la culpa. En su
extremo más bajo provoca crueldad y paranoia. Deseamos acusar a otros para desviar
la atención o para sentirnos validados.
30: Culpa. Tiene que ver
con remordimiento, la autorrecriminación, el masoquismo y todos los síntomas de
victimismo. Cuando nos negamos a sentirnos culpables tenemos comportamientos inmorales.
La culpa llega a provocar furia, y es cuando más cerca se está del asesinato. Las personas y las sociedades que se sientes
culpables son más fáciles de manipular, ofreciéndoles perdón y salvación.
50: Apatía. La pobreza, la
desesperanza y desesperación son rasgos de este nivel. Se tiene pensamientos de:
“La vida es patética.” Se carece de energía para hacer algo y en el fondo le da
todo lo mismo. En este es el nivel se encuentran los de los indigentes y los
mendigos.
75: Pena. La tristeza, la
pérdida y el desánimo, son las emociones de este nivel. Creemos que el dolor es
el precio de estar vivos, y vemos la tristeza en todo lo que existe. Este es el
nivel del luto, duelo y el remordimiento por el pasado.
100: Miedo. En este nivel
el mundo parece peligroso, lleno de trampas y amenazas. Este nivel es superior
porque aquí hay mucha más energía que en los anteriores, lo que provoca
actividad incesante. El miedo a los enemigos, a la muerte y al rechazo son los
que nos motivan en muchos momentos. En este nivel somos proclives a la manipulación
cuando nos ofrecen seguridad.
125: Deseo. Hay mucha más
energía disponible. Dedicamos grandes esfuerzos por conseguir objetivos,
recompensas y logros. Este nivel guarda relación con la acumulación y la
avaricia, porque es un campo energético que se retroalimenta. De modo que, en
cuanto conseguimos satisfacer un deseo, inmediatamente surge el siguiente,
entonces deseamos algo más grande. Podemos pasar una vida en este bucle sin
darnos cuenta de que así nunca lograremos la felicidad. Podemos ser manipulados al inculcarnos
falsos deseos. Este es el medio que usa la economía y la publicidad. El que
muchas personas permanezcamos en este nivel es la causa de que estemos agotando
los recursos de nuestro planeta.
150: Ira. La ira mueve una
gran energía, es capaz de producir grandes cambios personales y sociales. La
ira surge del sentimiento de injusticia y también de la frustración, es el
resultado de cuando se exagera la importancia de los deseos. La ira se sale
fácilmente de control, provocando que nos volvamos irritables y explosivos, e hipersensibles
a cosas sin importancia. La ira lleva fácilmente al odio, lo que provoca un
gran sufrimiento.
175: Orgullo. En este
nivel la energía ya es suficiente para sentirse positivo. El autor nos dice que
“Es el nivel al que hoy aspira la mayoría de nuestros semejantes.” Se muestra como un nivel atractivo, pero esta
condicionado a la satisfacción sucesiva de nuestros deseos. Lo que en realidad
tenemos es un gran ego, y este puede ser derrocado por el fracaso o por los ataques
de otros, entonces nos llevar fácilmente a la vergüenza. Por el otro lado, si
permanecemos mucho en este nivel, llegamos a la arrogancia y la negación. La
negación es el gran obstáculo para seguir creciendo a otros niveles de conciencia.
Hace imposible reconocer las fallas, los defectos de carácter y problemas
emocionales. Se puede confundir el orgullo con autoestima, pero la diferencia
es que la autoestima no surge de los logros, de los deseos satisfechos o la
admiración de los demás, no viene de afuera, sino, de reconocer nuestra
verdadera esencia.
A partir de 200 es cuando nuestro
cuerpo se fortalece y El Poder aparece. Así lo manifiesta el autor: “Esta
es la línea crítica que separa las influencias positivas y negativas de la vida.”
200: Coraje. En este nivel
sentimos curiosidad, fortaleza y determinación. La vida nos parece excitante,
desafiante y estimulante. Podemos ver los cambios como oportunidades, es más,
los desafíos y la ansiedad no nos detienen. Somos capaces de afrontar nuestros
temores, defectos y creencias limitantes. A partir de este nivel comenzamos a devolver
al mundo la energía que tomamos de él.
250: Neutralidad. Somos
flexibles y sin juicios, nos permitimos ver la vida desde diferentes perspectivas.
Nos desapegamos de los resultados, por lo que el temor al fracaso no nos
detiene. Aquí inicia la verdadera autoestima, ya no actuamos por el impulso de
demostrar nuestro valor, sino que, elegimos ser auténticos en todo momento. No
nos interesa el conflicto, la competición, controlar a los demás o la culpa. Desde
este nivel no hay posibilidad de ser controlados por otros.
310: Voluntad. En este
nivel estamos comprometidos a participar en la vida. Vemos las necesidades de
los demás y sentimos el deseo de apoyarlos. Las tareas, trabajos arduos, o poco
calificados, no nos degradan, al contrario, lo que sea que esté en nuestra
responsabilidad queremos hacerlo bien. Tampoco somos amedrentados por iniciar
de cero.
350: Aceptación. En este
punto recuperamos nuestro poder; tenemos la total certeza de que todas y cada
una de las experiencias de la vida son creadas por nosotros mismos. Asumir esta
responsabilidad es lo que nos da este grado de evolución, pues ya sabemos que
la felicidad no es algo que otros nos puedan dar o quitar. Además, reconocemos
en todo momento que los otros tienen nuestros mismos derechos, y por ello estamos
en paz con que la vida no nos conceda siempre nuestros gustos y deseos.
400: Razón. Le damos gran
importancia a la comprensión y el conocimiento, guiándonos a estudiar y mejorar
constantemente porque nos produce felicidad. En este punto, se corre el riesgo
de adherirse a los símbolos y olvidar lo que en realidad representan, o quedarse
con una línea de conocimiento y desestimar las demás, y/o subvalorar el mundo que
no está bajo nuestro estudio.
500: Amor. Estamos
hablando del amor incondicional, inmutable y permanente. No es sentir amor,
sino ser amor. Que, al relacionarnos con el mundo, seamos amables, serviciales y
deseosos de nutrir y sostener a los demás. Tenemos la capacidad de elevar a
otros de nivel, y también podemos alcanzar gigantescos logros que vinculan a
muchas personas, basados solo en la pureza de los motivos que nos impulsan. Aquí
aparece con toda su fuerza nuestra intuición. Nos mueve una fuerza mayor que
proviene del corazón, y ya no nos importa si la entendemos o no. No hacemos
distinción entre qué amar y qué no amar; amarlo todo hace posible que nos
sintamos uno con el otro. Se descubre la ignorancia de que estamos separados, y
entonces llega la verdadera felicidad.
540: Alegría. Este es el
nivel de la sanación y los milagros. Es la capacidad de mantenernos positivos
frente a las más grandes adversidades. Podemos mantener una visión prolongada y,
así, causar efecto en las realidades de los demás. El rasgo que mejor lo define
es la compasión. Podemos ver la belleza y perfección en todo, sentimos que todo
ocurre sin esfuerzo y con sincronización. Sabemos que todas las personas,
animales, plantas y cosas son la expresión de la divinidad. Nos sentimos
conectados a una presencia superior que nos permite acceder al campo energético
de los milagros. Deseamos actuar siempre en beneficio de la vida.
600: Paz. Desaparece la percepción
de sujeto y objeto, así como el tiempo y el espacio. Es la comprensión de que somos
todo y nada, y que todo está ocurriendo en el mismo instante. Dejamos a un lado
la racionalización y conceptualización, y queda un silencio infinito en nuestra
mente. Dejamos de sentirnos como el observador, dando lugar a identificarnos también
con lo que observamos. Se desdibujan los límites de lo que “soy” y lo que “no
soy”.
700 a 1000: Iluminación. Es
donde se ubican los grandes seres de la historia (Krishna, Buda, Jesucristo),
quienes han sido una inspiración poderosa y se convierten en una energía que
sigue transformando a la humanidad por siglos después de su muerte. Al alcanzar
este nivel, sabríamos, sin ninguna duda y en todo momento, que la Conciencia,
el Ser y la Divinidad son lo que somos. Trascendemos por completo el ego,
incluso nos desvinculamos del propio cuerpo.
Gracias! Por compartir fue muy claro para mi en tus reflexiones! Más luz y amor para ti
ResponderBorrarGracias por tu amor y luz, igual para ti.
BorrarIncreíble! Justo él mensaje que requería especificando el punto en el que el nivel de conciencia pasa de fijarse metas, del tener, aparentar… sino de sentir, de que la unión entre alma, mente y cuerpo guíen hacia lo que llena el corazón… ya en vivir lo que el alma necesita. Y personalmente en el punto de sentir que se sube un escalón más, donde sueltas resultados, aunque con temor pero elijo escucharme. Bueno de todo el texto tantas cosas con las que en esta etapa me identifico… Gracias, de mucho valor
ResponderBorrarGracias por tu mensaje, es muy grato para mi leerlo.
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