Mi experiencia con la medicina sagrada.

   LA PRIMERIZA

Alguien algún día me contó acerca de esta experiencia, inmediatamente desee experimentarla, hizo eco en mí y resonó tan fuerte que se ubicó en los primeros lugares de los propósitos del 2023. Cuando logré inscribirme para realizar la toma me sentí feliz, estaba ansiosa por que llegara el día, a menudo recordaba con una sonrisa que estaba más cerca del esperado momento. Llegada la fecha me preparé con mi equipaje, una cobija y una bata muy abrigada para viajar hasta La Cocha, lugar donde se llevaría a cabo la toma. Salimos con mi esposo y unos amigos quienes compartirían la experiencia con nosotros.

Llegamos a una casa grande y antigua con techo de teja, nos encontramos con otras personas que ya habían llegado, estábamos citados a las 16:00 y aún faltaba un cuarto de hora. La casa tiene un balcón con vistas a la laguna y un salón enorme con una gran chimenea en el centro. Entramos al salón y nos ubicamos en una de las tantas colchonetas con mantas que se encontraban en el piso, ardía un pequeño fuego en la chimenea y el salón estaba inundado por un suave humo. Allí conocí a nuestro guía L, él presidiría la ceremonia, a primera vista me pareció algo excéntrico sin que llegara a sorprenderme demasiado, vestía una camisa azul y pantalón beige, estaba fajado con un cinturón de lana, que fue lo que me llamó la atención desde un inicio. Éramos en total un grupo de 30 personas, entre las que encontré a un par de conocidos y a la amiga que me dio el contacto del guía, ella estaba en la toma por segunda vez, para otras personas esta era su tercera, cuarta, sexta vez. Éramos pocos los novatos.

Para iniciar, realizamos una ceremonia con tabaco y fuego, se entregó a cada uno un trozo de tabaco para que lo ofrendara al fuego luego de expresar nuestros propósitos para esa noche.

Mi propósito era saber porque siento que nada de lo que hago es suficiente: como madre, esposa, hija, hermana, ser humano, etc. Sentimiento que me hace pensar que no merezco las hermosísimas bendiciones que están presentes en mi vida. Otro propósito era encontrar una respuesta a esta pregunta ¿qué sentido tiene mi existencia?, incluso más allá, la existencia de todo, si innegablemente se morirá o destruirá y perderá su trascendencia, ¿para qué hay algo en lugar de nada? Yo tenía estos dos propósitos, aunque se permitían hasta tres.

Cada persona llegaba con algo que sanar, propósito distintos y diversos, y otros similares, había todas clases de preguntas y seres, a todos nos unía el deseo del autoconocimiento.

A continuación, L pasó por el puesto de cada uno soplándonos un delicioso humo de incienso por todo nuestro cuerpo. Nos explicó los diversos efectos que podríamos sentir con la toma, y el nombre de la ceremonia Tsat Chit Ananda, no sé porque, pero ahora mismo no recuerdo su significado exacto, solo que estaba relacionado con la conciencia y el amor. También nos dijo que la medicina sagrada es un compuesto de diversas medicinas ancestrales o plantas sagradas, entre ellas el capi, yopo, tabaco, etc. Que facilitan la comprensión profunda de la existencia, situaciones de la vida cotidiana y la relación directa con los planos espirituales.

Aproximadamente a las 19:00 comenzó a entregarnos la medicina sagrada, el ritual me pareció bello y sacro, un momento para respetar y valorar. La bebida era amarga pero no repulsiva, era un líquido ligero del cual nos servía un vaso casi a rebosar.

Luego de la toma fui a recostarme a mi lugar y cerré mis ojos, sentí como mi esposo se acostaba a mi lado. Mi temor más grande en ese momento era que la medicina no hiciera nada en mí. A mi parecer solo pasaron unos pocos minutos cuando comencé a sentir su efecto, escuchábamos una música con sonidos ceremoniales, como de ondas y vibraciones, me parecía que esta música me atravesaba el cuerpo y me convertía a mí misma en parte de ella desmaterializando mi organismo, me había convertido en un ser volátil, liviano: en ondas. Llegó a saludarme mi padre, su saludo natural y amoroso, no es que lo viera físicamente, tampoco es que escuchara su voz, fue un contacto directo con su esencia, sentirlo en mí y entender sus mensajes, quise saber si alguna vez volveríamos a estar frente a frente, “ya lo estamos” fue su respuesta, - “¿enserio estás aquí papá?” era aún mi incredulidad ante lo maravilloso, aunque en el fondo sabía que era así, y en ese momento mi esposo roso con su mano mi mano al tiempo que escuchaba “aquí estoy”. La inmensa felicidad que sentí es incomparable con algo anterior, con otro recuerdo, solo evoco sentirme como una niña feliz. Me dijo que estaría a mi lado durante toda la ceremonia y que obtendría todas las respuestas por las que había pedido esa noche. Entonces como una ola me inundo la más bella melodía, me parecía que brotaba de mí y se extendía hacia todas partes, podía ver como se mezclaba con las de mis seres queridos, hijos, esposo, mamá, hermanos, familia, amigos, conocidos, extraños, mascotas, animales, plantas, cosas… sabía que esa bella música era quien realmente Soy, mi esencia, mi Ser, brotaba de mí, podría decir que de mi pecho, y tenía todo el sentido del mundo ser quien Soy y estar aquí en esta vida, pues era el tono perfecto que completaba la melodía universal, una sinfonía única y maravillosa que había sonado desde siempre y continuaría para siempre, y como la música, ES solamente para ser apreciada. Tal vez si conociera más palabras o fuese una mejor escritora podría transmitir lo que experimenté, releo lo que escribo y no me parece que logre darle la trascendencia de lo vivido. Luego de sentir mi “perfección”, mi autentica esencia, entonces pude contemplar otras partes del concierto musical, la melodía que provenían de otros seres, personas que sufrían, abatidas, con dolor, personas que lastimaban a otros, otras con carencias y padecimientos o enfermedades, era su música también hermosa, las tonalidades exactas para lograr aquella sinfonía. Entendí que mi arrogancia me impedía ver la verdad, no es mi música más o menos bella que otras, ni más ni menos afortunada o bendecida, solamente ES para el momento perfecta al igual que las otras.

Cada persona puede encontrarse en su historia como el héroe, el protagonista y darse su importancia en la existencia, cosa que solo puede hacer para sí mismo cada uno. Así que no se trata de merecer o no merecer algo, tampoco de hacer o no hacer lo suficiente, siento que la respuesta es permitirme SER, dejar salir toda mi música y que llegue hasta donde debe ir a fundirse con otros sonidos y renacer una y otra vez en los ecos de la eternidad.

 Las bendiciones y los retos que se presentan simplemente están para modular mis ondas, para elevarlas con fuerza o apaciguarlas, entonces me permito completar una de mis frases favoritas: “Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos”* y mis bendiciones (*Dostoyevski), Dios permíteme estar a la altura de mi dolor y mi fortuna. Estoy trabajando en la sabiduría que se requiere para aprender del gozo, el placer, la alegría, la felicidad y la abundancia, intuyo que el aprendizaje es la FE, es CONFIAR, saber que estoy siendo sostenida por la divinidad y agradecerla.

También pude vivir, otra vez en forma de música, algunos de los momentos que había clasificado y guardado en la carpeta de los más dolorosos, esta vez los sentí en la forma de “mis victimarios”, uno de esos momentos es la muerte de mi padre, experimente el sufrimiento, pero no solo el que sentía en mí, sino el que sentía mi familia y el que sentían sus asesinos, una única tonada de dolor que nos forjaba y transformaba por igual a todos, escuché lo absurdo de perdonar o esperar una disculpa, compartimos una única experiencia que hace parte de diferentes canciones, distintas historias. Pude atravesar mis momentos de dolor y resignificarlos, verlos sin el juzgamiento.

Llego un momento en la noche en que se acercaron mis amigos para hablar, uno por uno, luego mi esposo se reincorporó en su puesto y me habló. Nos tendimos el uno frente al otro mirándonos a los ojos, podría decir que estaba contemplando su alma, mirándola y reconociéndola como si se tratase de la primera vez, mi amigo, mi compañero, mi maestro, mi amante, hablamos como nunca lo habíamos hecho, diciéndonos las verdades más ocultas de quienes somos y lo que sentimos, fue un gran momento para nosotros, para lo que somos juntos, para nuestro futuro.

Luego nos recostamos uno al lado del otro hasta el amanecer, note la primera voz de mi ego que resurgió en un momento, un simple juzgamiento sin importancia, allí estaba apareciendo otra vez, lo pille como quien sorprende a un mentiroso en la farsa, lo miré y huyo cobardemente. Lentamente la conciencia y conexión fueron aminorando, me concentraba en sentir para extender lo que más pueda las sensaciones, aunque afortunadamente los rezagos de esta bella experiencia los pude sentir por toda la semana.

Desayunamos, dormimos un rato y volvimos a comer, nos lavamos los dientes y el rostro, nos peinamos y arreglamos. La ceremonia se reanudo a las 10:00 am, L nos entregó a cada uno un trozo de tabaco para ofrendarlo al fuego en gratitud por nuestras experiencias y respuestas.

Uno por uno compartió su aprendizaje, en un momento incomparable, enriquecedor, sabio y único como cada uno de los presentes. Quede maravillada por la forma en que nuestro guía con sus expresiones, sus palabras, el tono de su voz, nos revelaba aquello que aún no lográbamos ver y entender por nosotros mismos.

Acerca de mi experiencia me recalcó la parte en que dudaba de la presencia de mi padre, esa parte de mí que no aceptaba lo maravilloso, me aclaró que la herida de insuficiencia y no merecimiento comenzó en mi nacimiento, mis padres esperaban un niño y su decepción me hizo sentir que los defraudé, que no soy suficiente y por lo tanto lo que hago tampoco.

Esta experiencia fue elegida por mi alma, porque el merecimiento es la tarea que aún me falta por aprender, es uno de los propósitos de esta vida.

Creo que podría decirte la teoría que aprendí esa noche, soy suficiente y por consiguiente lo que hago y proviene de mi es suficientemente bueno, no debo concentrarme en satisfacer a otros, o preocuparme por no decepcionarlos, es simple: debo SER y HACER lo que nace honestamente de mí. Nada de lo que haga me hará sentir suficiente o merecedora de las gracias y sufrimientos que la divinidad me brinda, lo único que necesito es reconocer que soy perfecta y suficiente para este momento, para esta vida, para esta realidad, para esta verdad. No necesito demostrarle a nadie, y sobre todo a mí misma, que soy suficiente, solo saberlo y aceptarlo. La parte que sigue es ponerlo en práctica, como me dijo mi amiga “anclar este conocimiento a tu vida”, esa es mi tarea.

Terminamos la ceremonia aproximadamente a las 7:00 pm, cerramos el ritual con incienso y nos brindaron un delicioso sancocho, nos despedimos y regresamos felices a nuestros hogares.       

Experimente la necesidad de escribir lo que aprendí y muchas ganas de compartirlo, sobre todo con quienes son muy especiales para mí, me parece un mensaje tan hermoso y poderoso que no me pareció apropiado guardármelo. Es parte de mi sanación, requiere coraje ser vulnerable, desnudar tu alma es más difícil que desnudar tu cuerpo. 

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