CIUDAD PERDIDA
Hace cuatro años un italiano me relataba lo mejor de su viaje por Centro América y Colombia, estábamos con mi esposo en una travesía en la alta Guajira en compañía de tres bellas mujeres belgas visitando los espectaculares paisajes del desierto, él aseguraba que lo mejor de su peregrinaje había sido la expedición a Ciudad Perdida en la sierra nevada de Santa Marta, ¿mejor que las exuberantes y solitarias playas en las que nos encontrábamos? Le pregunté, y sin titubear me dice: mucho mejor.
Así es como
recuerdo el día en que me prometí visitar aquel lugar del que no había
escuchado antes, era un extranjero quien conocía mejor las bellezas de mi país
y este año por fin realicé este viaje. ¿Por qué tarde tanto en ir?, en la lista
de motivos están la pandemia, que debía contar con al menos seis días para ello,
otros planes y sueños por cumplir, aunque en realidad creo que este era el
momento perfecto.
¿Estoy preparada?
Mucho peso.
Había rehecho mi equipaje 2 veces, la primera en Pasto, en último momento antes de salir para el aeropuerto decidí que llevaba demasiado y reduje considerablemente el contenido de la mochila, la segunda fue después de un día entero cargándola en los aeropuertos hasta llegar al hostal de Santa Marta tuve la inquietud de replantear su contenido y justo antes de dormir decidí rehacer todo mi equipaje.
En el primer trayecto caminamos 7 km en 4 horas, era un terreno
difícil, bajo la lluvia y subiendo una empinada montaña. Transcurridos unos
pocos minutos del primer tramo comprendí que no llegaría a mi destino con el
peso de mi equipaje, solo pensar que al día siguiente el recorrido iba a ser de ¡17
km!, decidí que algo debía hacer.
Llegamos al campamento1 Casa Adán y los tres estábamos de
acuerdo ¡el equipaje era exagerado! Teníamos dos opciones, pagar para que
alguien del staff cargue una de nuestras maletas o reducir una vez más el
equipaje y dejarlo guardado en Casa Adán. Debíamos decidir rápido porque corría
el rumor de que los tres portugueses pagarían y se agotaban “los sherpas”
disponibles. Optamos por la segunda opción. Esta vez nos quedamos con solo dos
mochilas pequeñas y muy livianas, y dejamos una maleta grande llena y pesada.
Esta anécdota de mi viaje me hizo reflexionar, pues se trató
del momento culmen de mis dudas, ¡temí en verdad no estar a la altura del reto!,
me comparaba con todos aquellos extranjeros con sus mochilas gigantescas, con
todo ese equipo especializado para estas circunstancias, que caminaban a un
ritmo agotador.
Necesité llevar al hombro mis pertenencias para entender la
farsa de que “son lo estrictamente necesario”, esta fue mi epifanía: he
decidido cargar con creencias y apegos que me niego a reconocer por mi
comodidad. Creí que en todo lugar necesito la compañía de un libro, que
sin una libreta y un bolígrafo no puedo reflexionar, que para registrar
la belleza y los momentos inolvidables es imprescindible mi cámara
fotográfica, ropa extra para una emergencia, gafas de sol para sentirme
cool y la lista sigue. ¿A cuantas cosas más me estoy aferrando en mi vida? Es cuando
cargo mis creencias a la espalda, por interminables y escarpadas montañas,
cuando dimensiono cuánto pesan y cuan lenta y torpe me hacen, yo pensé que
había logrado desapegarme de las cosas porque me fui de viaje solo con una mochila
por todo un mes (pero viajaba en auto, avión y subterráneo), o durante el año
en que decidí no comprar absolutamente nada que no fuese libros o comida y
mercado para mi hogar. Este fue el primer aprendizaje de caminar a Ciudad Perdida:
aún tengo muchos apegos, al quedarme contemplando los que ya no tengo pierdo el
foco y evita que siga avanzando.
Segundo aprendizaje: Fe. Llevaba muchas cosas para “por si
acaso”, es verdad que en los viajes suele ser muy buena idea ser precavido,
pero para este no. Lleve lo mínimo y fue suficiente, yo me las ingenié para que
lo fuera, lo que me había faltado era confianza en mi creatividad,
determinación y fuerza.
Los recorridos durante los 3 días siguientes fueron
estupendos, demandantes sí, pero los disfrute muchísimo, el retirar el peso
excesivo hizo la diferencia.
Paso a paso.
Éramos un grupo de 28 turistas y nos acompañaban 8 personas
de la agencia de turismo. Por cada 14 personas va un guía local, un traductor, un
chef y un auxiliar (ellos caminan con nosotros) y todo lo que consumimos
durante los 4 días es transportado sobre mulas.
La marcha era constante y los extranjeros marcaban un paso
rápido, al terminar un tramo exigente nuestros guías nos premiaban con fruta
fresca, estaban atentos a cuidar de nosotros y al llegar a los campamentos nos
daban bebidas y pasabocas, la comida siempre fue deliciosa y abundante. Pasé
momentos divertidísimos, durante las caminatas reí a carcajadas con los
portugueses, charlas de chicas en las cenas, baños en el río y chisme con los
guías locales siempre que había oportunidad. Los extranjeros hablaban un poco
de español y nosotros un poquito de inglés y sobre todo las ganas de compartir
hizo que nos sintiéramos como viejos amigos, lo mejor de viajar siempre ha sido
vislumbrar que la bondad abunda en las personas.
Teyuna
El recorrido del tercer día es mi parte favorita, ¡cómo no!,
si es el día en que llegamos a Teyuna, así llaman los indígenas a Ciudad Perdida.
Caminamos por la ladera del río Buritaca, hay una magia especial en este trayecto,
el río es exuberante, de aguas cristalinas y torrentosa corriente, parece la ambientación
de una película de elfos y duendes. Para ingresar al parque arqueológico hay
que subir 1260 escalones, hacen parte del camino antiguo, esta parte me resulta
de añoranza, imagino los pasos de las personas transitando por este mismo lugar
hace 1400 años y se me encoje el ego, que fútil es mi paso por este mundo. Solo
al terminar los últimos escalones puedo admirar la gigantesca ciudad, es majestuosa,
sobrecogedora e imponente. Algunos le llegan a decir el Machupichu colombiano. La
guía esta allí, apenas terminar el último escalón, presta para chocar mi mano y
felicitarme porque ¡lo logré!, y es que no es poco lo que he atravesado estos últimos
días, así que hay que celebrarlo.
Después de haberme exigido tanto para estar aquí, estoy con
toda la disposición para admirar en un estado contemplativo único, logrado
gracias a estar lejos de la tecnología, de la rutina, de las complicaciones de
funcionar en el sistema y mis sobrevalorados propósitos, simplemente estoy
presente para este momento.
Tercer aprendizaje: la dificultad de los retos, las complicaciones
imprevistas, el dolor y mis errores me preparan para ser capaz de reconocer, admirar
y valorar mi poder, la belleza, la magia, la bondad, el amor que hay en el
mundo (incluidos los seres humanos). Cuando visité Machupichu, aunque disfruté
al extremo ese viaje, no me invadió a este nivel el regocijo de lo antiguo y trascendente;
no es porque Teyuna haya sido construida 650 años antes que Machupichu (aunque
este dato me sorprendió). La diferencia es la antesala, la agotadora caminata, constatar
lo duro que trabajan nuestros guías para traernos hasta aquí, salir de lo
cotidiano y entrar en la cosmología indígena.
Un acercamiento a los Koguis.
Me confrontó la rareza de la filosofía de vida del pueblo Kogui.
A mí, completamente occidentalizada, me costo dejar a un lado mis juzgamientos
para permitirme aprender un poco de ellos. Me sorprendió: Que cuando hay un
nacimiento se entristecen, pues conciben que hay 9 mundos y este es por mucho
uno de los más difíciles. Que entierran a sus muertos con sus pertenencias (para
que después hagan uso de ellas) y así recuerdan que no es el fin, solo el de sus
cuerpos. Que, a los hombres, al cumplir 18 años, el Mamo les entrega un totumo
en el cual pegan un polvito blanco (triturado de conchas de caracol) con la
saliva que segregan al morder hojas de coca y al cabo de un tiempo deben presentarlo
al Mamo, para que evalúe el estado de su mente, el aspecto que tenga la capa
que han adherido al totumo depende del estado sus pensamientos. Si el líder espiritual
evalúa que hay algo por corregir les dice qué deben hacer para tener una
mentalidad optima, le dan singular importancia a la salud mental. Y ¿las
mujeres? A ellas las evalúan por sus tejidos.
Cuarto aprendizaje. Es hermosa la diversidad a la hora de
significar la vida, el mundo y la verdad. Mi deseo de comprender, aunque sea un
poco de su cosmovisión, me pide replantear mis creencias acerca de el para qué estoy
viva, lo que es importante y el por qué hago lo que hago cada día. Ellos
dedican su vida a restablecer el balance energético de la madre tierra, pues
los occidentalizados “hermanitos menores”, como ellos nos llaman, la desequilibramos
con nuestros abusos, peleas y malos pensamientos. Tomamos y tomamos de los recursos
naturales sin saciarnos mientras ellos realizan rituales para apoyar a la madre
tierra en el restablecimiento de su energía. Un dato importante es que Teyuna
se cierra durante todo el mes de septiembre para que ellos realicen rituales
especiales con el objetivo de limpiar energéticamente el lugar.
Estoy muy agradecida por la oportunidad invaluable de retarme, aprender y entrelazar lasos con personas maravillosas, en especial con Hernán y Gavy, mis compañeros de viaje. Tengo la creencia de que es el tiempo de ocio que compartes con las personas el que crea las fibras más entrañables de los lazos de amistad y amor que nos unen. Compartir estos momentos siempre será la mejor forma de invertir mi tiempo y energía, son los momentos más productivos para mi espíritu.
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