ALMA DE BRUJA - VIVIANNE CROWLEY

Este libro despertó mi interés por el misticismo, lo oculto y lo pagano, y, sin duda se lo he recomendado a todas mis amigas, gratamente sorprendida por toda la sabiduría que encontré en él. La autora es sacerdotisa wiccana y, además de ser psicóloga, investigadora y terapeuta, ha dedicado su vida a la magia. Un relato bellísimo en el que reflexioné acerca de la necesidad de magia que existe en cada uno de nosotros, en nuestras partes más primitivas. Encontré el libro al azar en una gigantesca librería mientras compraba Mujeres que corren con los lobos; me cautivó, y no fue azar, fue sincronía. Aunque en ese momento no lo sabía, tenía todo que ver con la mujer en la que me convertiría: una bruja. 

SOY BRUJA.
Mi primera foto como bruja 

Soy tantas versiones y me he dado muchos nombres: Melir, María, Eva, Elia, Hechicera, Madre, Diosa, Serpiente y, hoy encuentro uno más: Bruja. Mis nombres corresponden a cada arquetipo que he encontrado o creado en mí. Ya he escrito acerca de los arquetipos existentes en nuestra psique. Estos son aspectos de nosotros, algunos evidentes y otros ocultos, como sombras.

¿Por qué me pongo todos estos nombres? Porque me dan el poder de llamarme. Puedo invocar la aparición de ciertas cualidades o, simplemente, acallarlas y mantenerlas bajo mi mirada. El poder de reconocerme de esta manera me permite ser y dejar de ser. A veces es más significativo poder dejar de ser; en no ser hay un gigantesco poder. Porque el tener que sostener una personalidad siempre es una cárcel, sin importar lo bella que sea.

Además, que aburrido tener que ser la misma siempre, una, y otra, y otra vez. Y qué divertido el poder ser los opuestos irreconciliables. Me dices: “No esperaba esto de ti”; yo te digo: “Espera todo de mí y no esperes nada de mí”.

Decir en voz alta “soy bruja” me sorprendió, pues desencadenó en mi cuerpo diferentes reacciones: un nudo en la garganta, una opresión en el tórax y una especie de hormigueo danzando por mi piel. Te reto a hacerlo, a llevarte a un estado de calma, igual que en mi anterior escrito te invité a reconocer tu verdad, ahora vas a decir estas dos palabras, a unir las 8 letras. Una vez más vas a estar atento a lo que te dice tu cuerpo: ¿eres o no eres? “¡Esa es la cuestión!” No me puedes ver, pero sonrío mientras escribo esto.

Nunca sentí prevención por las brujas y jamás creí en “conjuros” o “mal hechos”. Lo primero en mi mente acerca de brujas era “Sabrina, la bruja adolescente”. Complementé la lectura de este libro viendo en Netflix la película Akelarre. Y así, sin darle más vueltas, llegué a la conclusión de que he sido una bruja ya hace bastante tiempo, solo que no lo sabía. Tengo grabada una frase de la película: “nada más peligroso que una mujer que baila” y yo… ¡he estado bailando!

“… la bruja simboliza la rebelión, una rebeldía abierta a todas las mujeres: “Porque toda mujer es en el fondo una bruja”” Vivianne Crowley.

¿Qué es ser bruja?
Una infusión para la creatividad  

¿Has prendido un incienso? ¿Utilizado afirmaciones positivas? ¿Meditado en el silencio? ¿Realizado visualizaciones? ¿Buscado tu instinto en las sensaciones del cuerpo? ¿Pensado en un poder superior para inspirarte y llenarte de fuerza, o para pedirle guía? ¿Cantado con el alma para elevar tu energía? o ¿Danzado al ritmo del tambor? ¿Preparado una infusión sanadora? ¿Creado una oración para sostenerte en momentos difíciles? Pues bien, yo las he hecho todas y más. Lo que me  ha dicho el libro es que hago todo eso porque creo en fuerzas y poderes más allá de lo que veo, y tengo la convicción de que puedo, con mis pensamientos, actos y palabras, influir sobre esto que no puedo conocer con mi intelecto. Es muy hermosa esta pregunta que encontré en el libro de Dune: “¿Acaso no nos faltan sentidos para ver y oír el otro mundo que está a nuestro alrededor?”

Y no solo eso, también está el poder psicomagico del acto, es decir, que buscamos hablarle a nuestro inconsciente en el lenguaje de las imágenes y símbolos.

Para mí, el darme este nombre es aceptar que soy poseedora de un gran poder con el que puedo influir en el mundo. Y así como lo dice el adagio griego: "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Reconocerme como bruja es verme como la ficha clave del universo, la protagonista que, tan solo con un hechizo, puede sanar o enfermar, traer alegría o sufrimiento, crear o destruir, y que mis actos resonarán por toda la eternidad. Es por toda esta responsabilidad que mi cuerpo se estremece al escucharme decir “soy bruja”; estoy reclamando mi poder. Ya nunca más podré culpar a otros o al destino, ni continuar haciéndome la víctima, ni cerrar los ojos ante mis sombras, pues eso es lo contrario a ser bruja.

Magia: “el arte de provocar cambios en la consciencia a voluntad” Dione Fortune

Un estiquer para recordar. 

Es que tengo atrofiadas mis alas.

Me encanta esta parte del libro: “Se nos enseña desde el nacimiento a cortar partes de nuestra psique para desarrollar otras” … “Es como si estuviéramos saltando en una pata porque nos han dicho que la otra no es necesaria.” Y así he estado viviendo, cojeando y saltando, y hace poco me he dado cuenta de que tengo alas, pero están atrofiadas por no usarlas. Eso es para mí mi espiritualidad; realmente no importa cómo le llame o la forma en que la practique, mi sadhana (práctica espiritual) hace que se abran mis alas y me eleve hacia lo mejor de mí.

¿Por qué nos gusta tanto la magia?

La magia la llevamos grabada en las partes más antiguas, salvajes y primitivas de nuestro inconsciente. Aquellos actos mágicos que me permiten satisfacer las ansias que siento de lo místico, calman la sed de lo extraordinario y son la respuesta a mis anhelos de maravillarme y quedarme sin aliento.

“La magia es algo que puede hacer que la vida sea un poco mejor” Vivianne Crowley  

Flores en mi bañera. 

Los rituales, visualizaciones, oraciones, cantos, oráculos, meditaciones… abren un camino a las profundidades de mi inconsciente, a lugares ocultos y oscuros. Allí voy para llevar algo de luz, muevo esto y eso, de aquí para allá, del pasado o del futuro, y me susurro las palabras: “hecho está”. Desaparece una vieja creencia y aparece una nueva perspectiva. Sólo debo cambiarme a mi misma para que el mundo que veo cambie. Una vez que lo hago, puedo volver a hacerlo siempre que quiera, pues ya sé el camino. Porque, por lo general, los síntomas persisten, el demonio se suelta y apaga mi luz. Pero cada vez es más sencillo llegar a las habitaciones secretas del inconsciente, y abrir las mimas puertas se va haciendo menos necesario. Recuerdo lo que me dice el libro: “y una vez hemos recorrido un camino, podemos llevar a otros también allí”, lo veo como una promesa y una responsabilidad.

“La magia nos resulta familiar y nueva a la vez, y no es tan fácil de ignorar o reprimir” Vivianne Crowley   


Aprendiendo de una Dula

Comunidades Mágicas.

“…volvemos a una época en la que no estábamos tan aprisionados por nuestros egos individuales, a una época en la que estábamos en un estado de conciencia que nos permitía pensar como uno.” Vivianne Crowley  

Al leer este libro, hice un repaso mental y concluí: “¡Me he rodeado de brujas!” Mis amigas de muchos años han estado recorriendo, paralelo a mí, el camino hacia convertirse en brujas. Una de ellas me lee el Tarot cuando nos encontramos, otra me guía con cartas angelicales, y una más me recomienda cristales para que me apoyen. Otra que hace velas e inciensos intencionados para nuestros altares. Hay una que me habla de plantas sagradas y misterios ocultos, y hay otras que viven en un mundo onírico, historias fascinantes. Y yo las reúno y les hago ceremonias de cacao.

Cuando las conocí, hace muchos años, ninguna tenía estas pasiones místicas. Es un misterio cómo unas a otras nos hemos guiado para irnos transformando. Realmente creo que es un acuerdo álmico. Y gracias a las palabras de mi amiga Anamiel, entendí que juntas lo hemos estado gestando; hemos estado nutriendo y abrigando nuestro grupo mágico.

Esta es mi parte favorita del libro, pues me ha contagiado, al igual que lo quiero hacer contigo, las ganas de tener un grupo mágico. Me parece alucinante el reunirse para cantar, bailar, meditar, tener conversaciones profundas y nutritivas, lanzar hechizos para apoyarnos los unos a los otros, que todos pongamos nuestra energía para sanar a nuestros compañeros, que compartamos visualizaciones viéndonos felices y multipliquemos las bendiciones en nuestro cumpleaños. Esto es lo que mi intuición me dice que me dará el equilibrio en mi vida. Me pregunto: ¿quién no quiere alcanzar este nivel de amistad?

“… el mero hecho de saber que nuestra tribu nos apoya y que otros están dispuestos a dar su tiempo y energía para ayudar, nos da la confianza para seguir adelante.” Vivianne Crowley  

¿Cómo me convertí en bruja?
Un encuentro de amigas.

La respuesta es: Meditando. Para mí, es la parte esencial para reconocerme como una bruja. Mi primer paso fue la atención plena. Lo que el libro me ha dicho es que mi poder como bruja proviene del tiempo que puedo sostener un pensamiento en mi mente y acompañarlo siempre de una emoción elevada. El verdadero poder está en sostener esa intención durante el día a día. Para lograr mantener mi presencia, he llenado mi vida de rituales: prender velas e incienso para meditar y escribir. Apenas me despierto, conecto con la sensación de mis pies en el piso y con la respiración profunda. Pongo mi intención en que cada pensamiento, palabra y acto de mi día esté guiado por el amor y la compasión. Al bañarme, le pido al agua que limpie mi miedo. Y así continúo con muchos momentos de mi día a día. Es a esto a lo que me refiero cuando digo que no me quiero perder ni una sola respiración de mi vida. Pero esta es apenas una parte; la otra es llenar los minutos de alegría, éxtasis y pasión. No está nada simple el ser una bruja, pero reconocerme como una es el primer paso. Desde milenios, para muchos, ese ha sido el objetivo de nuestra vida humana. Se le ha llamado “el camino del guerrero”, otros le han denominado “la gran obra”, y para algunos es “alcanzar la iluminación”. Para mí, es reclamar la parte de Dios que soy y sentirme con el poder de cambiar mi mundo cada vez que así lo elija.

“… así que confiar en nuestra intuición, que opera fuera del tiempo y del espacio cotidianos, se convierte en la forma más racional de actuar” Vivianne Crowley  

Cuando no estás en el presente pierdes todos tus poderes.

Creí que orar, visualizar, realizar rituales, elaborar hechizos, decir afirmaciones positivas, eran medios para un fin. Cuando los practicamos de esta manera, no son más que actos vacíos y repetitivos, sin chispa ni poder. Pues nuestra mente está en el futuro, y lo que estamos sintiendo es un simple anhelo de aquello que deseamos; estamos viviendo la carencia de lo que no tenemos. Lo que aprendí es que voy a acudir a estas prácticas sin más deseo que la práctica misma. Y es apenas obvio, porque la seguridad, la calma, la paz, la alegría que estoy buscando, ya las estoy experimentando en ese momento, si es que estoy presente. Y si logro darme cuenta de que he abierto una rasgadura en mi realidad, puedo atravesar el portal y saber que ya ocurrió, de una u otra forma, en esta u otra dimensión. No hay nada más que esperar. Y si es así, solo se puede decir: “hecho está”.

Preparándome un baño en la tina.

CUESTIÓNALO TODO.

Me siento paralizada, me parece que al dar un paso, el piso bajo mis pies va a fragmentarse, tal como hielo delgado. Eso es ansiedad, y no importa hacia dónde quiera caminar, pues no es el camino el desconocido, sino soy yo la que no se reconoce. Ya no soy igual; la ropa de mi antigua yo ya no se me ve igual, ya no quiero fotografiar lo mismo de antes, ni escribir las mismas palabras. En realidad, el problema es que no sé qué quiero. Aquello que deseaba ya me es indiferente, y sin esa brújula me siento estancada. Estoy a oscuras, y con las manos extendidas tanteo qué hay frente a mí. Presiento que mi piso no va a resistir y voy a caer en una profunda oscuridad. La única opción es lo desconocido, porque ya no me siento la misma. ¿Quién me siento hoy? De aquí solo se sale preguntándose, cuestionándolo todo. Me digo: “Prueba esto y aquello. Piensa en lo insólito. ¿Cómo te hace sentir? ¿Te gusta o no? Olvida cómo crees que se debería sentir, borra los juicios de quién eres si haces eso o lo otro, y nunca más te preguntes: ¿es bueno o malo? Simplemente hazlo, cántalo, escríbelo, báilalo y suéñalo”

Si me gusta, ¿me atreveré a dar otro paso en esa dirección? Estoy decidida, olvidaré quien dije ayer que era, y sólo me quedaré siendo yo en este instante.

No es que traicione mis decisiones de ayer, es que esas promesas eran de otra mujer. Tanto rodeo para darme cuenta de que, igual, voy caminando hacia el mismo destino, tanto miedo para dar los mismos pasos. Me río, porque acabo de recordar lo obvio: la incertidumbre no es por el camino, sino porque la que camina es otra. Sé hacia dónde me dirijo, pero lo que desconozco es cómo lo voy a hacer. ¿Cómo me veré, hablaré, respiraré? Estas son cosas que nadie me puede mostrar, no me lo va a decir ningún libro. Tendré que probar y descubrirlo por mí misma. Es la mujer salvaje la que despierta, es el llamado de la Diosa lo que he escuchado. Hoy decidí olvidar lo que me dijeron sobre las brujas y los santos. Voy a enseñarme a vivir la palabra “solitud”. Olvidaré también lo que aprendí sobre el deseo. Dejaré atrás lo que sé sobre las formas correctas de atravesar los sufrimientos. Ya no me juzgaré cuando busque o huya del placer y/o del dolor. Me mostraré qué es salud y qué es enfermedad. Aprenderé lo que vale y lo que es basura para mí. Y decidiré por mí misma lo que es bello y lo que es feo. Y si acaso vuelvo a darme por sentada sé que ella volverá, mi amiga la ansiedad. Regresaré a la sensación de que el piso desaparece sobre mis pies, porque otra vez ya no soy la que creo que soy. Otra vez quedo ciega, al igual que la serpiente cuando cambia de piel. Pero es solo otra noche oscura, y llegará la luz. Estoy segura porque la ansiedad se encargará de eso, hasta ahora nunca me ha fallado.

“En lugar de escribir lo que tengo en la cabeza, estoy escribiendo lo que tengo en el corazón.” Vivianne Crowley.

No importa la palabra que se elija (bruja, mago, sacerdotisa, hechicera, encantador, nigromante, alquimista); lo valioso es la elección misma. Es más, inventémonos nuevas palabras que definan lo que somos, y luego cambiémoslas por otras, pero siempre que sea para movernos de la ignorancia a la verdad.

Compartiendo cacao con mi tribu


UN CUENTO MÁGICO

Recibo el llamado de mi grupo mágico

Elijo el vestido ritual

Pinto mis ojos y mis labios

Suelto mi cabello

Descalza, siento la hierba bajo mis pies

Con lentitud y dulzura pongo mis objetos en el centro, mientras ellas hacen lo mismo

No me he dado cuenta, pero el fuego ya está encendido

Admiramos las flores, hojas, colores, velas, imágenes

Es hermoso, estamos felices

El cielo se despeja y la luna llena ilumina nuestros rostros

Se siente la emoción, ¡ya es hora!

Dibujo un circulo protector a nuestro alrededor

Mientras ellas limpian el lugar y a cada una con incienso (salvia, romero y palo santo)

Nos tomamos de las manos y respiramos juntas para sincronizarnos

Ella dice en voz alta nuestra intención para esta velada

Siempre es para el mayor bien de todos, para aliviar el sufrimiento, deshacernos de la ignorancia y, en ocasiones, un pedido especial para alguna

Ella enciende la música, ellas tocan sus tambores, ellas bailan ríen y cantan, y yo también

Nuestros cuerpos entran en calor y la emoción aumenta, sin pasos de baile, sin normas

Algunas se tienden sobre sus esteras, otras seguimos bailando y ellas tocan los tambores

Poco a poco se van silenciando los tambores y la música se detiene

Todas estamos en savasana (tendidas en el piso)

Ya solo nos acompañan nuestros latidos: bum, bum, Igual que un tambor

También la sonrisa, alegría inconfundible de la sanación

A veces ella sabe qué es lo que se ha curado,

Pero, la mayoría de las veces, ella no tiene ni idea

Sabemos que la mujer salvaje vino esta noche a cada una

El canto de las aves nocturnas nos acompaña

Me sumerjo en una profunda relajación

Siento que el piso se hunde bajo mi cuerpo

Y ella, la madre, me abraza

Vuelo y levito, ya no siento mi cuerpo

Se han borrado las márgenes de lo que soy y lo que no soy

Quedo suspendida en un no sé dónde y no sé cuando

Sin tiempo ni espacio, sin nombre, sin yo

Y regreso a mí, renovada, nutrida, limpia

Escucho susurros y muevo mis pies y manos

Me abrazo en la alegría de volver a sentir mi cuerpo

Beso mis manos y brazos, con total gratitud por existir

Ellas me saludan y me comparten de los alimentos que trajimos

Saboreo y disfruto, siento que pertenezco aquí

Ellas hablan de la alegría y del dolor

Ellas dicen quienes son ahora

Ellas cuentan sus confusos sueños

Ellas cuentan lo que saben y preguntan lo que no

Todo se vale, la única condición es que sea auténtico, nuestro e importante

Volvemos a cantar, esta vez, melodías suaves, música que alimenta nuestro ser

Nos damos las manos, una vez más volvemos a respirar en sincronía, agradecemos y decimos: “somos brujas, hecho está”

Pasamos el incienso y nos bendecimos para volvernos a encontrar.

Cruzamos nuestras miradas y pienso “que lindas somos”

Me siento poderosa y sabia, al igual que ellas

Somos afortunadas, tenemos algo invaluable: una tribu.

Esta historia ficticia narra tanto algo que he vivido y algo que he imaginado. Me pregunto: ¿quién no querría tener una tribu? Yo sí, y quiero una que haga magia.

Reconozco que a veces soy introspectiva, muy reflexiva y ensimismada. Añoro mi soledad; incluso puedo llegar a las lágrimas cuando he pasado mucho tiempo sin permitírmela. La compañía de un buen libro me envuelve y hace que se diluya el tiempo. En especial, me encanta la soledad que se requiere para escribir; son momentos que me hacen alucinar de pasión y euforia. A veces me cuesta rodearme de personas, pero en los últimos meses he notado que esto causa un desequilibrio en mí; Me hace falta encontrarme con mi tribu. Como me lo dijo mi amiga Anamiel: “toda mujer necesita una tribu”. Ella me contó que no se trata de rodearse de personas, sino de compartir lo que realmente amamos. Si no estoy dispuesta a dejarme ver tal cual soy, jamás podré tener una tribu. Me encanta estar en conversaciones en las que pienso: “No puedo creer que le esté contando esto a alguien” e ir a lugares donde me presento sin máscaras.  

Llegué a pensar que era aburrida, pues no me gustan los bares de música ruidosa ni las discotecas. ¡Pero no! Claro que no. En realidad, no me gusta cantar ese tipo de música y, en cuanto al baile, odio las estructuras y los pasos repasados. Lo que quiero es divertirme a mi manera y compartir desde el corazón.

Al lado de mi esposo, en un encuentro de amigos.


Es sorprendentemente fácil vivir según los planes de los demás. Incluso puede que prefiramos hacerlo. Puede ser mucho más fácil que asumir la responsabilidad de trazar el curso de nuestro propio destino.” Vivianne Crowley  

Comentarios

  1. He sabido encontrar en tus escritos señales que resuenan en el momento correcto.
    Gracias por compartir,
    Posdata: quiero seguir perteneciendo a la tribu desde donde me encuentre

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