ALMA DE BRUJA - VIVIANNE CROWLEY
SOY BRUJA.
Mi primera foto como bruja
Soy tantas versiones y me he dado
muchos nombres: Melir, María, Eva, Elia, Hechicera, Madre, Diosa, Serpiente y,
hoy encuentro uno más: Bruja. Mis nombres corresponden a cada arquetipo que he
encontrado o creado en mí. Ya he escrito acerca de los arquetipos existentes en
nuestra psique. Estos son aspectos de nosotros, algunos evidentes y otros
ocultos, como sombras.
¿Por qué me pongo todos estos
nombres? Porque me dan el poder de llamarme. Puedo invocar la aparición de
ciertas cualidades o, simplemente, acallarlas y mantenerlas bajo mi mirada. El
poder de reconocerme de esta manera me permite ser y dejar de ser. A veces es
más significativo poder dejar de ser; en no ser hay un gigantesco poder. Porque
el tener que sostener una personalidad siempre es una cárcel, sin importar lo
bella que sea.
Además, que aburrido tener que
ser la misma siempre, una, y otra, y otra vez. Y qué divertido el poder ser los
opuestos irreconciliables. Me dices: “No esperaba esto de ti”; yo te digo: “Espera
todo de mí y no esperes nada de mí”.
Decir en voz alta “soy bruja” me
sorprendió, pues desencadenó en mi cuerpo diferentes reacciones: un nudo en la
garganta, una opresión en el tórax y una especie de hormigueo danzando por mi
piel. Te reto a hacerlo, a llevarte a un estado de calma, igual que en mi anterior
escrito te invité a reconocer tu verdad, ahora vas a decir estas dos palabras, a
unir las 8 letras. Una vez más vas a estar atento a lo que te dice tu cuerpo: ¿eres
o no eres? “¡Esa es la cuestión!” No me puedes ver, pero sonrío mientras escribo
esto.
Nunca sentí prevención por las
brujas y jamás creí en “conjuros” o “mal hechos”. Lo primero en mi mente acerca
de brujas era “Sabrina, la bruja adolescente”. Complementé la lectura de este
libro viendo en Netflix la película Akelarre. Y así, sin darle más vueltas, llegué
a la conclusión de que he sido una bruja ya hace bastante tiempo, solo que no
lo sabía. Tengo grabada una frase de la película: “nada más peligroso que
una mujer que baila” y yo… ¡he estado bailando!
“… la bruja simboliza la
rebelión, una rebeldía abierta a todas las mujeres: “Porque toda mujer es en el
fondo una bruja”” Vivianne Crowley.
¿Qué es ser bruja?
Una infusión para la creatividad

¿Has prendido un incienso? ¿Utilizado
afirmaciones positivas? ¿Meditado en el silencio? ¿Realizado visualizaciones? ¿Buscado
tu instinto en las sensaciones del cuerpo? ¿Pensado en un poder superior para
inspirarte y llenarte de fuerza, o para pedirle guía? ¿Cantado con el alma para
elevar tu energía? o ¿Danzado al ritmo del tambor? ¿Preparado una infusión
sanadora? ¿Creado una oración para sostenerte en momentos difíciles? Pues bien,
yo las he hecho todas y más. Lo que me ha dicho el libro es que hago todo eso
porque creo en fuerzas y poderes más allá de lo que veo, y tengo la convicción
de que puedo, con mis pensamientos, actos y palabras, influir sobre esto que no
puedo conocer con mi intelecto. Es muy hermosa esta pregunta que encontré en el
libro de Dune: “¿Acaso no nos faltan sentidos para ver y oír el otro
mundo que está a nuestro alrededor?”
Y no solo eso, también está el
poder psicomagico del acto, es decir, que buscamos hablarle a nuestro inconsciente
en el lenguaje de las imágenes y símbolos.
Para mí, el darme este nombre es aceptar
que soy poseedora de un gran poder con el que puedo influir en el mundo. Y así
como lo dice el adagio griego: "un gran poder conlleva una gran
responsabilidad". Reconocerme como bruja es verme como la ficha clave del
universo, la protagonista que, tan solo con un hechizo, puede sanar o enfermar,
traer alegría o sufrimiento, crear o destruir, y que mis actos resonarán por
toda la eternidad. Es por toda esta responsabilidad que mi cuerpo se estremece
al escucharme decir “soy bruja”; estoy reclamando mi poder. Ya nunca más podré
culpar a otros o al destino, ni continuar haciéndome la víctima, ni cerrar los
ojos ante mis sombras, pues eso es lo contrario a ser bruja.
Magia: “el arte de provocar
cambios en la consciencia a voluntad” Dione Fortune

Un estiquer para recordar.
Es que tengo
atrofiadas mis alas.

Me encanta esta parte del libro: “Se
nos enseña desde el nacimiento a cortar partes de nuestra psique para
desarrollar otras” … “Es como si estuviéramos saltando en una pata porque nos
han dicho que la otra no es necesaria.” Y así he estado viviendo, cojeando
y saltando, y hace poco me he dado cuenta de que tengo alas, pero están
atrofiadas por no usarlas. Eso es para mí mi espiritualidad; realmente no
importa cómo le llame o la forma en que la practique, mi sadhana (práctica
espiritual) hace que se abran mis alas y me eleve hacia lo mejor de mí.
¿Por qué nos gusta tanto la magia?
La magia la llevamos grabada en
las partes más antiguas, salvajes y primitivas de nuestro inconsciente. Aquellos
actos mágicos que me permiten satisfacer las ansias que siento de lo místico, calman
la sed de lo extraordinario y son la respuesta a mis anhelos de maravillarme y
quedarme sin aliento.
“La magia es algo que puede
hacer que la vida sea un poco mejor” Vivianne Crowley
Flores en mi bañera. |
Los rituales, visualizaciones, oraciones, cantos, oráculos, meditaciones… abren un camino a las profundidades de mi inconsciente, a lugares ocultos y oscuros. Allí voy para llevar algo de luz, muevo esto y eso, de aquí para allá, del pasado o del futuro, y me susurro las palabras: “hecho está”. Desaparece una vieja creencia y aparece una nueva perspectiva. Sólo debo cambiarme a mi misma para que el mundo que veo cambie. Una vez que lo hago, puedo volver a hacerlo siempre que quiera, pues ya sé el camino. Porque, por lo general, los síntomas persisten, el demonio se suelta y apaga mi luz. Pero cada vez es más sencillo llegar a las habitaciones secretas del inconsciente, y abrir las mimas puertas se va haciendo menos necesario. Recuerdo lo que me dice el libro: “y una vez hemos recorrido un camino, podemos llevar a otros también allí”, lo veo como una promesa y una responsabilidad.
“La magia nos resulta familiar
y nueva a la vez, y no es tan fácil de ignorar o reprimir” Vivianne Crowley

Aprendiendo de una Dula
Comunidades Mágicas.

“…volvemos a una época en la
que no estábamos tan aprisionados por nuestros egos individuales, a una época
en la que estábamos en un estado de conciencia que nos permitía pensar como uno.”
Vivianne Crowley
Al leer este libro, hice un
repaso mental y concluí: “¡Me he rodeado de brujas!” Mis amigas de
muchos años han estado recorriendo, paralelo a mí, el camino hacia convertirse
en brujas. Una de ellas me lee el Tarot cuando nos encontramos, otra me guía
con cartas angelicales, y una más me recomienda cristales para que me apoyen. Otra
que hace velas e inciensos intencionados para nuestros altares. Hay una que me
habla de plantas sagradas y misterios ocultos, y hay otras que viven en un
mundo onírico, historias fascinantes. Y yo las reúno y les hago ceremonias de
cacao.
Cuando las conocí, hace muchos
años, ninguna tenía estas pasiones místicas. Es un misterio cómo unas a otras
nos hemos guiado para irnos transformando. Realmente creo que es un acuerdo álmico.
Y gracias a las palabras de mi amiga Anamiel, entendí que juntas lo hemos
estado gestando; hemos estado nutriendo y abrigando nuestro grupo mágico.
Esta es mi parte favorita del
libro, pues me ha contagiado, al igual que lo quiero hacer contigo, las ganas
de tener un grupo mágico. Me parece alucinante el reunirse para cantar, bailar,
meditar, tener conversaciones profundas y nutritivas, lanzar hechizos para
apoyarnos los unos a los otros, que todos pongamos nuestra energía para sanar a
nuestros compañeros, que compartamos visualizaciones viéndonos felices y
multipliquemos las bendiciones en nuestro cumpleaños. Esto es lo que mi
intuición me dice que me dará el equilibrio en mi vida. Me pregunto: ¿quién no
quiere alcanzar este nivel de amistad?
“… el mero hecho de saber que
nuestra tribu nos apoya y que otros están dispuestos a dar su tiempo y energía
para ayudar, nos da la confianza para seguir adelante.” Vivianne Crowley
¿Cómo me convertí en
bruja?
Un encuentro de amigas.
La respuesta es: Meditando. Para
mí, es la parte esencial para reconocerme como una bruja. Mi primer paso fue la
atención plena. Lo que el libro me ha dicho es que mi poder como bruja proviene
del tiempo que puedo sostener un pensamiento en mi mente y acompañarlo siempre de
una emoción elevada. El verdadero poder está en sostener esa intención durante
el día a día. Para lograr mantener mi presencia, he llenado mi vida de rituales:
prender velas e incienso para meditar y escribir. Apenas me despierto, conecto
con la sensación de mis pies en el piso y con la respiración profunda. Pongo mi
intención en que cada pensamiento, palabra y acto de mi día esté guiado por el
amor y la compasión. Al bañarme, le pido al agua que limpie mi miedo. Y así continúo
con muchos momentos de mi día a día. Es a esto a lo que me refiero cuando digo
que no me quiero perder ni una sola respiración de mi vida. Pero esta es apenas
una parte; la otra es llenar los minutos de alegría, éxtasis y pasión. No está
nada simple el ser una bruja, pero reconocerme como una es el primer paso.
Desde milenios, para muchos, ese ha sido el objetivo de nuestra vida humana. Se
le ha llamado “el camino del guerrero”, otros le han denominado “la gran obra”,
y para algunos es “alcanzar la iluminación”. Para mí, es reclamar la parte de
Dios que soy y sentirme con el poder de cambiar mi mundo cada vez que así lo
elija.
“… así que confiar en nuestra
intuición, que opera fuera del tiempo y del espacio cotidianos, se convierte en
la forma más racional de actuar” Vivianne Crowley
Cuando no estás en el presente pierdes todos tus poderes.
Creí que orar, visualizar, realizar
rituales, elaborar hechizos, decir afirmaciones positivas, eran medios para un
fin. Cuando los practicamos de esta manera, no son más que actos vacíos y
repetitivos, sin chispa ni poder. Pues nuestra mente está en el futuro, y lo
que estamos sintiendo es un simple anhelo de aquello que deseamos; estamos
viviendo la carencia de lo que no tenemos. Lo que aprendí es que voy a acudir a
estas prácticas sin más deseo que la práctica misma. Y es apenas obvio, porque
la seguridad, la calma, la paz, la alegría que estoy buscando, ya las estoy experimentando
en ese momento, si es que estoy presente. Y si logro darme cuenta de que he
abierto una rasgadura en mi realidad, puedo atravesar el portal y saber que ya ocurrió,
de una u otra forma, en esta u otra dimensión. No hay nada más que esperar. Y si
es así, solo se puede decir: “hecho está”.

Preparándome un baño en la tina.
CUESTIÓNALO TODO.
Me siento paralizada, me parece
que al dar un paso, el piso bajo mis pies va a fragmentarse, tal como hielo delgado.
Eso es ansiedad, y no importa hacia dónde quiera caminar, pues no es el camino
el desconocido, sino soy yo la que no se reconoce. Ya no soy igual; la ropa de
mi antigua yo ya no se me ve igual, ya no quiero fotografiar lo mismo de antes,
ni escribir las mismas palabras. En realidad, el problema es que no sé qué
quiero. Aquello que deseaba ya me es indiferente, y sin esa brújula me siento
estancada. Estoy a oscuras, y con las manos extendidas tanteo qué hay frente a mí.
Presiento que mi piso no va a resistir y voy a caer en una profunda oscuridad. La
única opción es lo desconocido, porque ya no me siento la misma. ¿Quién me
siento hoy? De aquí solo se sale preguntándose, cuestionándolo todo. Me digo: “Prueba
esto y aquello. Piensa en lo insólito. ¿Cómo te hace sentir? ¿Te gusta o no? Olvida
cómo crees que se debería sentir, borra los juicios de quién eres si haces eso
o lo otro, y nunca más te preguntes: ¿es bueno o malo? Simplemente hazlo, cántalo,
escríbelo, báilalo y suéñalo”
Si me gusta, ¿me atreveré a dar
otro paso en esa dirección? Estoy decidida, olvidaré quien dije ayer que era, y
sólo me quedaré siendo yo en este instante.
No es que traicione mis decisiones
de ayer, es que esas promesas eran de otra mujer. Tanto rodeo para darme cuenta
de que, igual, voy caminando hacia el mismo destino, tanto miedo para dar los
mismos pasos. Me río, porque acabo de recordar lo obvio: la incertidumbre no es
por el camino, sino porque la que camina es otra. Sé hacia dónde me dirijo,
pero lo que desconozco es cómo lo voy a hacer. ¿Cómo me veré, hablaré,
respiraré? Estas son cosas que nadie me puede mostrar, no me lo va a decir
ningún libro. Tendré que probar y descubrirlo por mí misma. Es la mujer
salvaje la que despierta, es el llamado de la Diosa lo que he escuchado. Hoy
decidí olvidar lo que me dijeron sobre las brujas y los santos. Voy a enseñarme
a vivir la palabra “solitud”. Olvidaré también lo que aprendí sobre el deseo. Dejaré
atrás lo que sé sobre las formas correctas de atravesar los sufrimientos. Ya no
me juzgaré cuando busque o huya del placer y/o del dolor. Me mostraré qué es
salud y qué es enfermedad. Aprenderé lo que vale y lo que es basura para mí. Y
decidiré por mí misma lo que es bello y lo que es feo. Y si acaso vuelvo a
darme por sentada sé que ella volverá, mi amiga la ansiedad. Regresaré a
la sensación de que el piso desaparece sobre mis pies, porque otra vez ya no
soy la que creo que soy. Otra vez quedo ciega, al igual que la serpiente
cuando cambia de piel. Pero es solo otra noche oscura, y llegará la luz. Estoy
segura porque la ansiedad se encargará de eso, hasta ahora nunca me ha fallado.
“En lugar de escribir lo que
tengo en la cabeza, estoy escribiendo lo que tengo en el corazón.” Vivianne
Crowley.
No importa la palabra que se elija
(bruja, mago, sacerdotisa, hechicera, encantador, nigromante, alquimista); lo
valioso es la elección misma. Es más, inventémonos nuevas palabras que definan lo
que somos, y luego cambiémoslas por otras, pero siempre que sea para movernos
de la ignorancia a la verdad.
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Compartiendo cacao con mi tribu |
UN CUENTO MÁGICO
Recibo el llamado de mi grupo
mágico
Elijo el vestido ritual
Pinto mis ojos y mis labios
Suelto mi cabello
Descalza, siento la hierba bajo
mis pies
Con lentitud y dulzura pongo mis
objetos en el centro, mientras ellas hacen lo mismo
No me he dado cuenta, pero el fuego
ya está encendido
Admiramos las flores, hojas,
colores, velas, imágenes
Es hermoso, estamos felices
El cielo se despeja y la luna
llena ilumina nuestros rostros
Se siente la emoción, ¡ya es
hora!
Dibujo un circulo protector a
nuestro alrededor
Mientras ellas limpian el lugar y
a cada una con incienso (salvia, romero y palo santo)
Nos tomamos de las manos y
respiramos juntas para sincronizarnos
Ella dice en voz alta nuestra intención
para esta velada
Siempre es para el mayor bien de
todos, para aliviar el sufrimiento, deshacernos de la ignorancia y, en ocasiones,
un pedido especial para alguna
Ella enciende la música, ellas tocan
sus tambores, ellas bailan ríen y cantan, y yo también
Nuestros cuerpos entran en calor
y la emoción aumenta, sin pasos de baile, sin normas
Algunas se tienden sobre sus esteras,
otras seguimos bailando y ellas tocan los tambores
Poco a poco se van silenciando
los tambores y la música se detiene
Todas estamos en savasana (tendidas
en el piso)
Ya solo nos acompañan nuestros
latidos: bum, bum, Igual que un tambor
También la sonrisa, alegría
inconfundible de la sanación
A veces ella sabe qué es lo que
se ha curado,
Pero, la mayoría de las veces,
ella no tiene ni idea
Sabemos que la mujer salvaje vino
esta noche a cada una
El canto de las aves nocturnas
nos acompaña
Me sumerjo en una profunda
relajación
Siento que el piso se hunde bajo
mi cuerpo
Y ella, la madre, me abraza
Vuelo y levito, ya no siento mi
cuerpo
Se han borrado las márgenes de lo
que soy y lo que no soy
Quedo suspendida en un no sé dónde
y no sé cuando
Sin tiempo ni espacio, sin
nombre, sin yo
Y regreso a mí, renovada,
nutrida, limpia
Escucho susurros y muevo mis pies
y manos
Me abrazo en la alegría de volver
a sentir mi cuerpo
Beso mis manos y brazos, con
total gratitud por existir
Ellas me saludan y me comparten de
los alimentos que trajimos
Saboreo y disfruto, siento que
pertenezco aquí
Ellas hablan de la alegría y del
dolor
Ellas dicen quienes son ahora
Ellas cuentan sus confusos sueños
Ellas cuentan lo que saben y
preguntan lo que no
Todo se vale, la única condición es
que sea auténtico, nuestro e importante
Volvemos a cantar, esta vez, melodías
suaves, música que alimenta nuestro ser
Nos damos las manos, una vez más volvemos
a respirar en sincronía, agradecemos y decimos: “somos brujas, hecho está”
Pasamos el incienso y nos
bendecimos para volvernos a encontrar.
Cruzamos nuestras miradas y
pienso “que lindas somos”
Me siento poderosa y sabia, al
igual que ellas
Somos afortunadas, tenemos algo
invaluable: una tribu.
Esta historia ficticia narra tanto
algo que he vivido y algo que he imaginado. Me pregunto: ¿quién no querría
tener una tribu? Yo sí, y quiero una que haga magia.
Reconozco que a veces soy
introspectiva, muy reflexiva y ensimismada. Añoro mi soledad; incluso puedo
llegar a las lágrimas cuando he pasado mucho tiempo sin permitírmela. La compañía
de un buen libro me envuelve y hace que se diluya el tiempo. En especial, me
encanta la soledad que se requiere para escribir; son momentos que me hacen
alucinar de pasión y euforia. A veces me cuesta rodearme de personas, pero en
los últimos meses he notado que esto causa un desequilibrio en mí; Me hace
falta encontrarme con mi tribu. Como me lo dijo mi amiga Anamiel: “toda mujer
necesita una tribu”. Ella me contó que no se trata de rodearse de personas, sino
de compartir lo que realmente amamos. Si no estoy dispuesta a dejarme ver
tal cual soy, jamás podré tener una tribu. Me encanta estar en conversaciones
en las que pienso: “No puedo creer que le esté contando esto a alguien”
e ir a lugares donde me presento sin máscaras.
Llegué a pensar que era aburrida,
pues no me gustan los bares de música ruidosa ni las discotecas. ¡Pero no! Claro
que no. En realidad, no me gusta cantar ese tipo de música y, en cuanto al
baile, odio las estructuras y los pasos repasados. Lo que quiero es divertirme
a mi manera y compartir desde el corazón.
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Al lado de mi esposo, en un encuentro de amigos. |
“Es sorprendentemente fácil
vivir según los planes de los demás. Incluso puede que prefiramos hacerlo.
Puede ser mucho más fácil que asumir la responsabilidad de trazar el curso de
nuestro propio destino.” Vivianne Crowley
He sabido encontrar en tus escritos señales que resuenan en el momento correcto.
ResponderBorrarGracias por compartir,
Posdata: quiero seguir perteneciendo a la tribu desde donde me encuentre