UN MUNDO FELIZ-ALDOUS HUXLEY
Escribir con el corazón.
Los escritos que me cautivan y
llegan al centro de mi alma son los que desnudan pensamientos reales, historias
que me dan la oportunidad de reconciliarme con mis miedos, mis demonios y mis ilusiones.
Me encanta reconocerme en esas palabras, darme cuenta de que no soy la única
con sombras y cavernas oscuras, entonces se despliega ante mí formas novedosas
de afrontarlo, formas que a mí nunca se me hubiesen ocurrido, perspectivas que
añado a mis nuevas miradas al mundo. En este escrito me permito escribir con el
corazón y emular eso que tanto admiro y me inspira.
Todo está bien.
Si voy hacia atrás en mi vida,
desde que tengo memoria, lo único que deseaba era pertenecer, ¿a qué? ¡A todo!
a mi familia, a un grupo de amigos, a la sociedad, deseaba ser reconocida y
validada por el mundo. Ese deseo hizo que me esforzara por cumplir con lo que
pensé los demás esperaban de mí, era tanto el anhelo que incluso creí que eso
era lo mismo que yo quería, no podía diferenciarme de la idea de quien creía
que debía ser y quien era realmente.
En ese trayecto de mi historia,
en el que no me cuestionaba nada, mi temperamento era una montaña rusa, pasaba
de deprimida a alegre, de angustiada a apática, del miedo a la calma. Para mí,
mis estados de ánimo eran como el clima, al iniciar el día notaba que estaba
muy angustiada y me decía “hoy será uno de esos días”; ocurría que algo o alguien
me alteraba y pensaba que no tenía más opción que esperar a que los malos
vientos pasen, ignoraba que tuviese poder sobre lo que sentía.
Llego un momento en el que pensé
que no había más, que de eso se trataba vivir, correr tras la felicidad,
disfrutar momentos agradables y lidiar con lo demás. Había cumplido con todo lo
que se esperaba que hiciera, “mis sueños”: titulo, trabajo, esposo e hijos, estabilidad
financiera; pero los episodios de desconcierto, ansiedad y tristeza no se iban,
no se me ocurría que tal vez no era tan feliz como yo pensaba, que la insatisfacción
se debía a algo más.
A este capitulo de mi historia le
llamo profundamente dormida. El libro de un mundo feliz me recordó a esta yo, y
puedo ver cómo me he creído que el camino a la felicidad es igual para todos,
cumplir un checklist genérico y listo, lo lograste. Compré una casa,
carro o ropa y no me sentí plena, la respuesta era compra otra casa más grande
o bonita, otro carro, más ropa. Cuando creí que la alegría estaría en las delicias,
en comer… y nada, entonces me atiborraba de muchísima más comida, y nunca llegué
a estar satisfecha. Cuando creí que la felicidad estaría después de un viaje,
de una experiencia… y nada, entonces ahorraba más para acumular más viajes y
experiencias, creí que la cuestión era de cantidad. Cuando pensé que al verme más
delgada, atlética y fuerte me sentiría merecedora de amor incondicional, pero
continué atando mi valor a mis resultados. Hay un placer efímero que no podemos
retener y creemos que la felicidad, la paz o la alegría esta en más, más y más.
En mis treinta atravesé una
crisis matrimonial, este fue mi momento, comencé a hacerme preguntas acerca de cómo
estaba viviendo mi vida, no solo con mi pareja, también como madre, como profesional
y como mujer. Algo comenzó a despertar y continuaba cuestionándomelo todo, ¿Qué
otras opciones tengo? Me di cuenta de que, de seguir igual, viviría el mismo
día cientos de veces, el mismo formato de meses y años, la misma rutina de
emociones y tal vez las mismas enfermedades de mis ancestros. Estaba haciendo
todo lo que se suponía, trabajando con toda mi dedicación, cuidando de mi hogar
y cuidando de mi cuerpo. Aunque todo estaba bien con mi salud, en mi matrimonio,
con mis hijos, mi familia y trabajo, algo me susurraba que no todo estaba tan
bien como yo creía, me sentía apagada, sin chispa, opaca y sin sentido. La
montaña rusa de emociones continuaba y comencé a notar cómo, al despertar, no
tenía ganas de salir de la cama, estaba temerosa de la vida; de que algo salga
mal y me arrebate lo que yo creí era felicidad; miedo al cambio, a que mi
familia ya no esté a salvo; miedo a ser irrelevante y a no pertenecer. Dejé de darlo
por sentado y comencé a preguntarme ¿Por qué me despierto angustiada y temerosa?
¿Por qué regresan los episodios de duda existencial?
¿Quién fui? ¿Quién soy? ¿Quién seré?
Viví momentos de mucha confusión,
comencé a darme cuenta de cuánto me costaba tomar una decisión sin consultarlo
con mi esposo o mi familia, ¿Cómo decidir, si no sabía lo que me haría feliz y lo
que deseaba genuinamente? La cuestión es que no sabía quién quería ser,
desconocía que tenía toda la capacidad para ser quien yo quisiese. En esta época
creí que yo era yo y punto. Por mucho tiempo me escapé de mí misma distrayéndome
con personas, cosas, viajes, experiencias, concentrándome en ser mamá o esposa.
Estos cambios emocionales me
preocupaban, considerando que en mi familia hay antecedentes de depresión, trastornos
bipolares y que yo misma atravesé dos depresiones posparto en las que no encontraba
la luz al final del túnel. Los cambios emocionales eran una amenaza muy real
para mí y yo me sentía una víctima, solo esperando y suplicando que no me tocará
a mí, que no me sucediera otra vez.
Hoy, si pudiese retroceder el
tiempo y encontrarme con la yo de ese entonces, le diría que toda esa confusión
es porque no sabe quién es ella misma, que todo eso que pensó debía hacer con
su vida no son sus verdaderos sueños. Que quien cree que es ella, no es más que
los condicionamientos de sus ancestros, sociedad, cultura y religión. Por esto
es por lo que se siente vacía, porque está tratando de llenarse con cosas que
en realidad no son los anhelos de su alma. Que es afortunada, porque si le faltase,
aunque fuese uno solo de esos “sueños” por cumplir, continuaría tras él, corriendo
en la rueda, pensando que ese “sueño” es la clave de su felicidad y sin hacerse
las preguntas correctas, continuaría profundamente dormida.
"¿No has tenido nunca la sensación de que dentro de ti hay algo que sólo espera que le des la oportunidad para salir al exterior?" Aldous Huxley.
Los misterios de la felicidad.
Este libro me llevó a comprender
que no solo mi sufrimiento viene de mi condicionamiento, también aquello que deseo,
que disfruto y que me hace feliz. El verdadero conocimiento de mí misma llega
cuando reconozco todo y comienzo a ver porque quiero lo que quiero, me duele lo
que me duele, pienso lo que pienso y hago lo que hago. Conocerme me trae libertad
para ser feliz sin condicionarlo a nada, libertad de saberme merecedora de amor
sin atarlo a lo que hago, libertad para dejar de ser yo y comenzar a ser más yo
misma.
"¿Que sensación experimentaría si pudiera, si fuese libre, si no me hallara esclavizado por mi condicionamiento?" Aldous Huxley.
Querida yo del pasado.
Hoy vengo a decirte que aún estoy
caminando la pregunta ¿Quién soy?, sigo quitando capas y capas. Sólo al ir
reconociendo mis patrones y conocer el porqué de lo que hago, voy liberando
espacio para dejar salir lo que sí soy, conociendo lo que sí quiero y recordando
lo que me da sentido.
Intuyo que esto de ir reconociéndome
es una tarea de por vida, pero no te asustes, también es muy divertido, cuando
sigues genuinamente a tu yo más auténtico, comienzas a rodearte de personas que
están en el mismo camino y la magia inunda tu vida, las sincronicidades no te
parecen rarezas y tus días ya no serán el transcurrir del mismo una y otra vez.
Antigua yo, no te desanimes ni por un instante, pues la montaña rusa de
emociones ha cambiado; ya no soy la víctima, al contrario, me siento con todo
el poder sobre mi vida; ya no despierto con temor, en cambio, hay días que
despierto ávida por el día que llega, feliz por la incertidumbre de no saber
con qué me voy a sorprender y con la convicción de que todo sucede para mi
bien, para mi evolución; y que si algo retador acontece es porque estoy en el
nivel de afrontarlo.
Sigue cuestionándote, busca esas
preguntas que aún no te has hecho, sigue entrando a tus recuerdos más oscuros
para llevarles luz, sigue reescribiendo tu historia cuantas veces quieras,
sigue invirtiendo tiempo, energía y recursos en responder ¿Quién soy? Continúa
leyendo libros, asistiendo a talleres, a retiros, a cursos y obtén herramientas
que te permitan liberarte de lo que no eres. No descartes nada de lo que te
pasa, tampoco a ninguna persona, mira en todo y en todos a un maestro, pues si estás
atenta para verlo, traen una parte de la respuesta de quien soy.
Que fuerza y potencia para describir el desarrollo humano, admiración total, gracias por abrir mis ojos.
ResponderBorrarGracias por leerme y comentar
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