SLOW SEX - NICOLE DAEDONE

Había perdido el interés en leer acerca de sexo, incluso creí que no había nada más que debería conocer, este libro no lo busqué, ni lo compré, ni siquiera sé porque inicié a leerlo, le di una oportunidad sin esperar mucho de él, creyendo que no pasaría de unas cuantas páginas, era una pésima alumna para este tema, creía que ya sabía lo suficiente. Este libro llegó para recordarme mantener una actitud abierta ante absolutamente todo, cambió mi forma de habitar mi cuerpo y me permitió encontrar en el sexo posibilidades insospechadas y fabulosas.      

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¿Hablamos de sexo?

Escribir acerca de este libro no es para nada cómodo, pues mi blog no se trata de hacer un resumen, sino que es acerca de lo que los libros me revelan de mi misma y aquello que decido incorporar en mi día a día. El temor a abordar mi sexualidad me reveló que necesitaba escribir sobre ello, para liberarme de tantos dogmas, prejuicios, vergüenzas e ignorancia que seguramente comparto con muchas otras mujeres y, justo por esas mismas creencias, no estamos dispuestas a exponernos a la vulnerabilidad. Recordé que puedo acceder a mi coraje para encontrar mi voz, la valentía necesaria para darme libertad cuando sé que mi auténtico “YO” quiere hablar, sin decirle de qué sí o no escribir, me recuerdo que escribo desde el corazón, no sé eso a dónde me vaya a llevar, no sé si obtendré el resultado esperado, solo sé que es una experiencia de relación íntima conmigo misma.

¿Por qué de sexo?

Por mucho tiempo le resté importancia al sexo, pensé que ya lo conocía y que no había más que descubrir en él. Creí que algunas veces, sin entender cómo o porqué, como un regalo inesperado de la vida, el sexo era exuberante, alucinante y explosivo, y que en otras no llegaba a el objetivo, o sea al anhelado orgasmo. Es lo normal, pensé, “unas se logra y otras no” y ese siempre fue el objetivo, lograr dos orgasmos, el suyo y el mío. El sexo era para mí, así como lo dice Nicole Daedone “una actividad marginal, un pasatiempo excepcionalmente divertido”. Después de lo que descubrí en este libro comprendí que desconocía mi sexualidad, si puedo desaprender lo que toda la vida escuché acerca del sexo este puede darme mucho, muchísimo más de lo que hasta ahora, puede aumentar mi autoestima, mi sensación de plenitud y dicha. Y es así porque es un área complicada de mi vida, llena de condicionamientos, heridas, mentiras y vergüenza, un área que temo abordar porque no sé cómo triunfar aquí, pero, como dice la autora, si logro hacerlo, lograré lo que sea. Entre muchos caminos, este es el más inusual en mi búsqueda de conexión espiritual, conocerme a mí misma y desarrollar mi máximo potencial, pero es un camino increíblemente efectivo.

Acerca de la sexualidad: “… la vi como lo que realmente es: una fuente de poder, un pozo del que podía sacar la energía que necesitaba para descubrir quién era y cómo quería vivir mi vida. Y yo quería vivir mi vida disfrutándola, por el amor de Dios.” Nicole Daedone. 

 Y una vez más, la clave siempre estuvo en mí.

Hace años aprendí que debía hacerme cargo de mi sexualidad, concluí que, si yo no sé cómo darme placer no puedo entregarle esa responsabilidad a mi pareja y esperar que él si me conozca y me lleve a donde yo no he podido llegar. Entendí que siempre se trata de satisfacerme a mí como objetivo principal, sin olvidar que comparto la experiencia con mi pareja, pues solo puedo compartir el placer que hay en mí cuando lo siento y me inunda, no puedo compartir lo que no tengo. Sé que en una relación larga (en mi caso 18 años) hay que alimentar la llama, no darlo por sentado y destinarle tiempo y energía. En este proceso me reconcilié con mi cuerpo, descubrí que la sexualidad es individual, conocí los momentos de mi ciclo que me permitían acceder a mi sensualidad, sensibilidad y disposición, esta fue en su momento una información muy útil, pero, a pesar de todo aquello que aprendí y sané, el sexo no dejó de ser una actividad extra para mí.

Lo miraba como un pilar para mantener el amor, la conexión y la armonía en mi relación de pareja, y es que funciona muy bien para eso, pero no es solo eso, este es un beneficio secundario y no el principal, ahora entiendo que la sexualidad puede llevarme a experimentar el amor, la conexión y la armonía conmigo misma y con Todo, esa es su más hermosa bondad.

Para llegar a este punto, en el que inicié la lectura de este libro, ya había resignificado el sexo, identificado la información cultural y religiosa que me bloqueaban y aceptado que mi sexualidad es para mi placer, no para el de mi pareja, no para la reproducción, no para mi matrimonio o cualquier otra cosa. Había aceptado que solo yo tengo el poder sobre mi cuerpo y sensaciones, que mi sexualidad no tiene nada que ver con nadie más, que puedo compartirla con mi pareja para disfrutarla juntos y fortalecer nuestro vínculo, pero también puedo elegir vivirla en soledad.

¿Por qué nadie me lo dijo antes?

Había leído otros libros de sexualidad, visto documentales en Netflix y seguido cuentas sobre este tema en Instagram, y nunca me pregunté ¿Qué deseo obtener de mi sexualidad?, creo que asumí que el objetivo siempre es lograr dos orgasmos, en ese caso tampoco me cuestioné acerca de qué es un orgasmo. Hoy busqué por primera vez en internet ¿Qué es un orgasmo? Y todas las repuestas lo equiparan con el clímax, con una descarga repentina de la tensión sexual, o lo definen como “llegar”. Me asombré al leer en el libro que hay dos orgasmos: uno femenino y otro masculino, yo sólo sabía del modelo masculino, que es la definición que encontré en la web. Siempre se hace referencia a este modelo porque la experiencia es más fácil de evidenciar. ¿Y cuál es el orgasmo femenino? Según el libro “Periodo intensamente placentero en el tiempo, que, independientemente del resultado, ofrece una oportunidad para la conexión revolucionaria y el deleite transformador”. Los dos orgasmos están a disposición de hombres y mujeres, los dos son bellos y maravillosos y no deberíamos perdernos de ninguno.

El orgasmo es la capacidad del cuerpo para recibir y responder al placerNicole Daedone

El orgasmo femenino es más sutil, no persigue un clímax y puede durar horas, días, meses o toda la vida. Se trata de mantener tu atención en cada sensación y recibirla con apertura y deleite, es tu mente la que dice “así no debería ser”, la caricia y el contacto simplemente es lo que es. En esa obsesiva búsqueda del resultado me estaba perdiendo de la nutrición que me da mi sexualidad: alimenta mis sentidos, me llena de sensaciones, despierta mi creatividad, me conecta con mi deseo e incrementa mi capacidad de disfrutar, sentirse saciado solo ocurre a travéz del orgasmo femenino.

Esta es una práctica que me prepara para sentir cómo la vida me ocurre a mí, para llevar mi atención del pensamiento a las sensaciones. El sistema me dice cómo debería sentirme en mis relaciones o al tomar ciertas bebidas o comer ciertos alimentos; al obtener objetos o usar algunos productos; y cuando estoy en ciertos lugares o experiencias. Si mi atención está en la mente y no en mi cuerpo no sabré qué sensaciones estoy sintiendo, así nunca estaré satisfecha, esto me puede llevar a abusar o creer que hay algo mal conmigo o con mis relaciones, excederme sin lograr la saciedad o la plenitud prometida, eso que siempre parece estar tan cerca. El placer nunca estuvo fuera de mí, en el objeto, la experiencia o la persona; la verdad es que mi disfrute viene de poner la atención en el cuerpo sin juzgar, de estar en el momento presente, de permitirle a las sensaciones inundarme por completo y a mi Ser seguir su deseo.

Para cualquiera de los dos orgasmos es fundamental aprender a mantener la atención, en mis palabras mantener una actitud meditativa: cuando mi mente me lleve a mis pendientes, al futuro o al pasado, la regreso al cuerpo, a las sensaciones; estoy atenta a qué tipo de pensamientos surgen pues son valiosa información de mi inconsciente. Esta es una poderosa motivación para sostener el hábito de mi práctica de meditación por siempre. 

¿Ciencia o Arte?

Me encanta la parte en que la autora resalta que el sexo no es una ciencia. En la ciencia, sigues unas instrucciones y obtienes un resultado, nada más lejos del sexo. En el sexo puedes seguir el paso a paso y fracasar abruptamente en tu objetivo del orgasmo. Ella dice que es un arte, para mí el arte es expresar todo aquello que llevas dentro. En el sexo no hay problemas, pues es un arte y los problemas solo existen en la ciencia. En la vida y en el sexo hay partes que hemos etiquetado como “no me gustan”, pero en ambas todo hace parte de la experiencia, soy yo quien aprende a saborearlas, a comunicarme para pedir lo que quiero y a moverme hacia donde deseo. Como en el “Slow Sex” no hay ninguna meta, no hay problema con lo que resultemos sintiendo en el sexo, lo importante es quién estamos siendo y qué estamos ocultando; que en nuestra búsqueda de placer mantengamos una conexión honesta con nosotros mismos.   

“Simplemente te pide que sientas, que escuches y confíes en ti mismo. Eso es arte.”

“… matas el sexo con una receta”    

Nicole Daedone.

Desaprender

Si quiero acceder a todas las bondades del “Slow Sex”, requiero olvidar todo aquello que aprendí sobre el sexo, eso de las posiciones, eso de los juguetes, eso de las fantasías y juegos, incluso aquello del romance. Despojarme de todos esos distractores que me desconectan de lo que está sucediendo aquí y ahora con mi cuerpo y mis sensaciones. Olvidar todas esas recetas de cómo besar, cómo masajear y qué sentir. Vaciarme de todo eso y en reemplazo aprender a escuchar mi deseo y permitir que me lleve a donde quiera hacerlo.

No es que quite del menú el sexo con fantasía, romance y juguetes, si quisiera pudiese retomarlo, aunque por ahora haya dejado de preferirlo no quiere decir que deba restringirme.  

“Cuando quites todo lo extra, el poder de tu propio y auténtico orgasmo lo dirá todo”

Nicole Daedone.

El deseo como brújula de vida.

Aprender a escuchar mi deseo me ha impulsado a mantener mi atención, y como no sé qué es lo que me dice, me pregunto con desconcierto: ¿Realmente quieres esto? ¿Cuáles son tus sensaciones ahora? No son respuestas obvias y fáciles, me he desconectado de mi deseo al pasar tantos años ignorándolo, confiaba más en mi mente para que me diga donde obtener placer, en otras ocasiones no atendía a lo que me susurraba porque desconfiaba del deseo, lo creí un mal consejero y que él no tenía ni idea de “lo que yo quiero”, “de lo que me conviene” o pensé: “si lo escucho demasiado me perderé”. Para mí el deseo es: seguir aquello que se siente bien en mí, eso que anhelo hacer en este preciso instante con mi tiempo, mi cuerpo y mente sin importar los debería, aquello en donde reluce genuinamente lo que soy y lo que quiero entregar de mi esencia.   

El desconectarme de mi deseo me hacía cuestionarme: ¿Qué hay de malo en mí que no puedo sentir gozo, placer, disfrute? ¿Por qué no deseo nada? Y es que me la pasaba buscando mi deseo donde no estaba, me quería imponer sentir sensaciones que no estaban ocurriendo. No había nada malo en mí, el error estaba en no escuchar mi deseo, en mi errónea definición de placer, en imponerme solo una forma de orgasmo y dar por sentado aquello que no disfrutaría.

Había dejado que otros me digan que sentir y en qué momentos, me digan en donde encontraría placer, gozo o felicidad; en otras palabras, quería que mi mente le diga a mi cuerpo las sensaciones que debe experimentar. Hoy mi tarea es olvidar el cómo se supone debo sentir, dejar a un lado las expectativas y escuchar mis sensaciones; mi cuerpo habla de mi verdad.

Una y otra vez, de diferentes fuentes, me llega la información de que mi deseo es mi brújula, es una lección que el Universo no me permite ignorar. Vivir siguiendo mi deseo me da miedo, estoy dispuesta a aceptar un poco de incertidumbre, pero esto ya es otro nivel, pues no tengo ni idea de adonde me va a llevar el deseo, dejarme llevar por él es algo que nunca he hecho. Con el tiempo estoy aprendiendo a confiar, porque, aunque no me lleva a donde yo espero estar, se siente más real y genuino, más de lo que soy y no lo que creí debía ser; y estoy segura de que así debió ser siempre, que nunca debí desconectarme de mi cuerpo, de la verdad de mis sensaciones, pues es claro que Dios puso el deseo en mí por una razón: para guiarme.     

DESEO

“Sígueme” -Te escucho decir una y otra vez-

¿Hacia dónde? -Pregunto con la firme determinación de ir tras de ti-

“Ya sabes a donde” -Respondes con ternura-

¡No lo sé, aún no me lo has dicho!

“Siempre te lo estoy diciendo, justo ahora estoy hablando”

Aun no entiendo, haré lo que tú quieras, sólo dímelo.

“Escucha tu cuerpo”

¿Por qué no me lo dices en palabras claras?

“Te lo estoy diciendo más claro que con simples palabras”

¿Por qué no lo siento?

“Te hace falta Quietud y Silencio… más silencio y mucho más silencio”

Te veo, te siento, te escucho. ¡Voy tras de ti!   


SEXUALIDAD SAGRADA

El objetivo de nuestra sexualidad no es únicamente la reproducción, hay mucho en nuestros cuerpos, en nuestras capacidades sensoriales que nos dicen que hay algo más, sentimos su importancia y por eso somos muy sensibles al respecto. Actualmente hemos desvirtuado nuestra sexualidad creyendo que, además de la procreación, su único objetivo es el placer. Se desacralizó la sexualidad, se volvió cualquier cosa, hay que retornar al camino. Tenemos encuentros sexuales como quien decide ver una película, incluso reflexionamos más eligiendo la peli que para el sexo. 

Ritual

Nos invito a recuperar la sacralidad creando nuestro propio ritual para la sexualidad, aquella que compartimos en pareja y la que vivimos individualmente. Enciende una vela, prepara el espacio que te inspire, retira todo aquello que pueda competir por tu atención, asegúrate de que el tiempo no sea una barrera y hazlo auténticamente tuyo. Cada detalle que le diga a tu mente, a tu subconsciente y a tu cuerpo que es el momento de tu sexualidad sagrada.      

Mi cuerpo, mi templo, mi sexo

Nuestro cuerpo es nuestro templo, es nuestro vehículo en esta vida para que cumplamos nuestro propósito (Ser nosotros mismos) y lleguemos a la conciencia de unidad, a experimentar nuestra divinidad.   

Nuestro cuerpo femenino está dotado de un clítoris, que a diferencia del pene que tiene una función reproductiva, el clítoris está diseñado única y exclusivamente para sentir, este tiene el doble (8000) de terminaciones nerviosas que el pene. Es un punto en nuestro cuerpo que nos conecta con las sensaciones, pienso que nos fue dado para que tengamos una experiencia. Sólo el 18% de mujeres alcanza un orgasmo vaginal y es curioso que nos referimos como “preliminares” a lo que sucede antes del coito, cuando son estas actividades las fundamentales para nutrir cada órgano sensorial y alimentar por este medio nuestra creatividad.

Ancestras, abuelas.

Últimamente he escuchado mucho eso de que estamos llamados a sanar nuestro linaje, aquellas heridas de nuestros ancestros, hacerlo por ellos y las generaciones que vienen.

¿Cómo creen que vivieron su sexualidad nuestras madres y abuelas?

La abuela Rosenda de Honduras me enseñó que siempre que sostenga un encuentro sexual, mi pareja y yo debemos pedirle permiso a mis ancestras, ellas están conectadas conmigo, en especial por medio de nuestros vientres, así que ellas también están sosteniendo un encuentro sexual.

Reflexioné mucho al respecto e intuí que además de pedirles permiso, ellas podrían vivir a través de mí su sexualidad, esa que no tuvieron oportunidad de sentir, una sexualidad verdadera, propia, con amor y solo para nosotras. Esto me incentivó a profundizar en la sacralidad de mi sexualidad y en la posibilidad de regalarles tantos orgasmos como me sea posible, y no me refiero solo al sexo, sino a llevar una vida orgásmica.


Comentarios

  1. 💚 hermoso gracias por tu sabiduría

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  2. Precioso, me quedo con muchos mensajes, y el de las ancestras fue el más especial! Por ellas y por todas 💚

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  3. La forma en que experimentas las letras y las llevas a la vivencia y la forma en que las compartes al mundo son amor incondicional, gracias por compartir tu sabiduría 🙏

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