LOS DONES DE LA IMPERFECCIÓN / BRENÉ BROWN
¿Imperfección real o Perfeccción fingida?
No me gusta cuando se habla de las personas como
un producto terminado y te muestran casos de personas exitosas, me pareciera
que me dicen “mírame, puedes llegar a ser tan perfecto como yo”, en lugar de
inspirarme hacen que sienta que estoy muy lejos de llegar a eso. Prefiero las
personas que me cuentan de sus heridas, que no temen hablar de sus errores,
fracasos o los momentos en que, a pesar de todo su proceso de crecimiento, se
encuentran tristes, confundidos o iracundos, en otras palabras, se muestran
reales. Me dio sosiego leer acerca de lo imperfectos que somos todos, entendí
que el verdadero poder es aceptar mis manchas y aprender a reconciliarme con el
verme ridícula, mostrarme torpe, poco inteligente o en extremo ingenua. Es el
miedo a la vergüenza lo que castra cualquier idea novedosa, comentario honesto
o simplemente dejarme llevar. Somos demasiadas personas preocupadas en mostrar
nuestra perfección, podemos ser vulnerables siempre y cuando nos veamos bien,
podemos hablar de los fracasos como un proceso que ya hemos superado para llegar a donde hoy estamos, como si
la vida de alguien pudiese llegar a la meta y ser adecuada, radiante, irreprochable,
maravillosa el 100% de las veces. Todos estamos mostrando tan solo la mitad, este
es un mundo que te anima a dejarte ver incompleto y a aceptar solo una parte de
ti. Este libro me guía a reclamar los dones de mi imperfección y no perderme de
la otra mitad de la vida y de mí misma.
Sigueme en mi cuenta de Instagram, @loquemedijounlibro.
¿Yo
con vergüenza?
"La vergüenza es básicamente el miedo a no ser
dignos de amor” Brené Brown
No creí que la vergüenza fuese una emoción que
determina tan profundamente el comportamiento humano, pero, gracias a la lectura
de este libro, comencé a notar el leve momento en que me decido por algo, y la
vergüenza es fundamental a la hora de elegir entre A o B, me silencia cuando canto y
me limita al bailar, me protege de hacer el ridículo, no me permite llamar la
atención y me cuida de ser rara. Sólo la identificaba cuando se descontrolaba y
pensaba “Me muero de la vergüenza”, pero sus leves matices me pasaban
desapercibidos. Para nuestro cerebro el rechazo social y el no ser amados
representa un peligro para nuestra supervivencia, hace parte de nuestro
condicionamiento evolutivo, si no inspiramos amor no seremos cuidados
cuando lo necesitemos, y ser alejados de la tribu es una sentencia de
muerte. A nuestro cerebro le interesa mantenernos vivos, no el que nos sintamos inspirados,
dichosos o con sentido. Cualquier acción de la que nuestro cerebro no tenga un
registro previo de cuál puede ser el resultado nos genera vergüenza o miedo, si
no aprendemos a superar esta fase inicial de resistencia nos mantendremos en la
famosa “zona de confort”, repitiendo una y otra vez los mismos días, mostrando una
versión reducida de quien realmente somos y generando los mismos resultados que
ya tenemos. Superar esta incomodidad es uno de los pasos para generar los
cambios que deseamos.
“La vergüenza necesita 3 cosas para
descontrolarse: secretismo, silencio y juicio” Brené Brown
Control
Ser imperfecta, equivocarme o
fallarle a las personas que amo genera en mí mucha ansiedad, exponerme a la
vergüenza me da miedo, me he creído que soy capaz de controlar lo que los demás
piensan y sienten por mí. Hoy entiendo que me esfuerzo mucho por mantenerme en
las márgenes de lo que se espera de mí (en realidad es de lo que yo espero de
mí), esto me da la falsa certidumbre de tenerme a mí misma bajo control. ¿Prefiero
traicionar los profundos deseos de mi alma para sentir que tengo dominio sobre
lo que otros piensan de mí? ¿Esta sensación de control o seguridad lo vale? Muchas
veces mi respuesta es sí, aunque no es lo que deseo, es cuestión de sentir
incomodidad y vergüenza para transformarme en quien los otros esperan. Pero
otras veces no, conforme voy ejercitando este musculo voy resistiéndome al
impulso de traicionarme.
Lo que comprendí en este libro es
que preferir la comodidad de elegir hacer lo que se espera de mí y no escuchar
mi verdadera voz, los verdaderos deseos de mi alma, es perderme a mí misma, que
pasen los años y no haya manera de saber qué es lo que realmente quiero, que ya
no escuche esa voz interna, que de tanto ignorarla se apague y me quede siendo
simplemente lo que creo que los demás esperan de mí, que mire hacia atrás y vea
una vida que no me pertenece, que se ve bien desde afuera, pero es insípida o
sin sentido.
Me conviene mostrar mi
imperfección, es allí donde se encuentra la otra mitad de mis dones, lo que me
hace real, autentica y sentirme conectada con la humanidad.
“¿Quién se ha ganado el derecho de
escuchar mi historia?” Brené Brown
Hace poco me confronté con una muy complicada
situación, me sentí desbordada de ansiedad, miedo, culpa y, hasta ahora lo
comprendo, también vergüenza. Deseaba reponerme lo más pronto posible. Al pasar
los días y darme cuenta de que me estaba costando lidiar con la complejidad de
mi situación, resultó obvio que era algo en lo que necesitaba profundizar si
deseaba evolucionar. Hay una parte de vivir que es sentir dolor, confusión y
soledad, sé que no es la última vez que me voy a sentir de esta manera y ya no
quiero avergonzarme por ello.
“Solo cuando conocemos bien nuestra oscuridad
podemos estar presentes en la oscuridad de los demás” Brené
Brown
¿Puedo dejar de aparentar que mi vida no tiene
notas bajas? Sé que todos tenemos los dos lados, por alguna razón he asociado
esta fase a fracasar, es mi supuesto no examinado el que las personas exitosas
son siempre seguras de sí mismas, felices y confiadas, me he llegado a
creer que hay personas que se mantienen todo el tiempo fuertes, positivas e
inspiradas, y eso, claramente, ¡no es verdad! Eso sería muy triste para un ser
humano, pues creo que nuestros más grandes dones vienen de nuestras
imperfecciones, de nuestras heridas del alma.
Todos estamos expuestos a los sucesos fuertes y
retadores que nos sobrepasan, o a cualquier cosa que despierta un viejo patrón
mental y trae de regreso un antiguo dolor, eso es aplicable para mí y para cada
ser humano del planeta. Identificar estos patrones de pensamiento, tener la
valentía de reconocerlos y la disciplina para cambiarlos, ha generado en mí, incomparable
capacidad de compasión, de amor incondicional y satisfacción, estos son los
mayores tesoros que he encontrado en mí. Son mis grietas las que permiten entrar
la luz.
Sería fácil escribir cuando ya hubiese
atravesado esta tormenta y plasmar todo lo que aprendí en ello, pero yo aún me
encuentro perdida, no entiendo la sabiduría que trae, no he logrado
transformarme en la versión más fuerte y mejorada. ¿Me permito escribir sobre
ello desde el dolor, el miedo, la culpa y la vergüenza? ¿Escribir, aunque aún
no lo he resuelto? Sí, me lo permito, simplemente porque deseo hacerlo.
“Si queremos una vida plena, sin el constante
temor de no ser suficientes tal cual somos, tenemos que admitir nuestra
historia” Brené Brown
No me voy a perder ni una respiración.
Recordé mi compromiso, voy a estar presente en
mi vida, presente en quien soy, y si esto es lo que soy hoy, si es de esto que
se llena mi vida hoy, pues tampoco me lo quiero perder, ¡no me lo voy a
perder!, la vida es muy corta para eso. Es delicioso estar presente cuando soy
dicha, cuando me siento llena de amor y veo la sinfonía perfecta del universo,
pero en estos momentos, cuando una vieja herida de mi alma comienza a sangrar
otra vez, cuando se nubla mi mirada y solo percibo el dolor en todos, cuando el
sinsentido del sufrimiento me abruma, y mi sensibilidad se desborda empatizando
con todas las historias dolorosas que escucho, es ahora cuando más requiero
estar presente en mí, en este lado tan humano que se pregunta una y otra vez,
¿Por qué?
¿A qué soy adicta?
“La adicción puede describirse como un hábito
que de forma crónica y compulsiva entumece los sentimientos y suaviza su
intensidad” Brené Brown
Muchas veces lo que nos mueve a actuar no es la inspiración sino el deseo incontrolable de no sentir miedo, ansiedad, culpa, vergüenza, insuficiencia… pon la emoción que más te reta (recuerda que el primer paso para la inteligencia emocional es identificar y saber nombrar nuestras emociones). Todas las acciones destinadas a entumecer la conexión con mi cuerpo, sensaciones y emociones pueden convertirse en una adicción. ¿Dónde está la línea divisoria? Cuando sabemos que no nos conviene, que nos hace mal, que necesitamos un descanso, que nuestro cuerpo y/o mente ya no necesitan más de lo mismo, y aun así no podemos parar, entonces es cuando lo defino como una adicción.
Me parece muy interesante la lista de
adicciones que hay en el libro: alcohol, las drogas, la comida, el sexo, las
relaciones, el dinero, el trabajo, el cuidado de otros, el juego, la ocupación
constante, los líos amorosos, el caos, las compras, la planificación, el
perfeccionismo, el cambio constante, internet, las preocupaciones constantes,
salvar el mundo, cotillear, el deporte.
Hay varias de esas actividades a las que
recurro cuando quiero entumecerme, hay algo importante sobre
esto, el entumecimiento no es selectivo, el entumecerte te impide también sentir
dicha, alegría, gratitud, satisfacción, serenidad, etc. Y justo son estas
últimas emociones maravillosas las que te impregnan el deseo de estar vivo, te
ayudan a lidiar con el sufrimiento. Y, mucha atención en esta parte, si te
insensibilizas a estas emociones será más difícil atravesar las otras (las "malas"), entonces querrás
entumecerte más aún y así sigues.
Esto me recuerda lo que leí en el libro Guerra
y Paz de León Tolstói, haríamos cualquier cosa por no ver “la horrible vida”, y es que no queremos sentir esa otra mitad de estar vivos, se nos ha
hecho creer que merecemos estar felices siempre, en paz, empoderados y, peor
aún, que hay algo mal en nosotros, con las personas que nos rodean, o en
nuestras vidas si no estamos en el lado amable del péndulo, en la cresta de la
ola. El sistema nos impulsa a hacer lo que sea para corregir esa falla en quien
somos, cuando es que simplemente somos humanos. Y es que todos merecemos la
oportunidad de estar en los dos lados, eso, si queremos encontrar nuestra
verdadera esencia, nuestros dones, nuestro sentido. Hay que aprender a habitar
los dos, ser capaces de disfrutar y ver la magia, y también, poder escuchar y
sentir “la horrible vida”.
“Solo temo una cosa: no ser digno de mis
sufrimientos” Dostoyevski.
¿Cómo se siente estar presente en este pasaje
de mi historia?
A pesar del impulso de huir me detengo y pauso.
Respiro, habito la incomodidad y me reconcilio
con el deseo de sentir algo diferente, sin ceder a las ganas de hacer cualquier
cosa sólo para que sea más llevadero, aceptar que en este instante mi versión
optimista y sabia parece muy ingenua, parece que ha muerto, no hay nada más.
Cierro mis ojos con fuerza y me pregunto,
¿Dónde está mi fe?,
Mi voz dudosa continúa cuestionando, ¿Cuándo
regresarás mujer sabia?,
Ella me sopla la respuesta, “Cuando dejes de
llamarme y buscarme”,
Pero aun no comprendo cómo amarme hoy, y sin ti, ¿cómo lo lograré?.
Mientras estoy presente en cada respiración de
esta “yo” me escucho diciendo: esta es la otra mitad de estar viva, degústala,
sabes que esto es un péndulo e inevitablemente volverá al otro lado, así que no
sabes cuanto tiempo serás esta tú, no te la pierdas, no la juzgues, no le
enseñes, no le recuerdes que eres otras versiones más chéveres, no le digas que
no debería estar así, no le digas que todo va a estar bien, no le menciones el
poder de los pensamientos positivos, lo que necesitas es estar presente, observando
y simplemente sintiendo, aunque sea por unos instantes y recuerda…
“No
pases corriendo por las experiencias y circunstancias que mayor capacidad
tienen de transformarte” Rob Bell
"Aquí confina la vida con la eternidad"
La pregunta que estaba esperando.¿Cuándo fue la primera vez que te sentiste así?
Buscando en el sin fin de recuerdos asocié este
coctel de culpa, ansiedad, miedo y vergüenza a mis 12 años, fue el escribir y
la terapia lo que me facilitó ubicar los pensamientos escurridizos, esos que
son tan difíciles de ver porque siempre han estado como el telón de fondo de
todo lo demás. ¿Comprenderlo trae sanación? sin dudarlo sí, alivia y cede la
intensidad de las complejas emociones, además, tal cual como lo dice el libro, “Una
vez que percibes un patrón de comportamiento, ya no puedes dejar de verlo”. La
labor en adelante es estar presente en cada instante para chequear si siguen en
mi mente, y darme una nueva voz, decirme una y otra vez las renovadas palabras,
recordarme el nuevo mensaje, traer mi verdad hasta que mi inconsciente la grave
sobre la anterior programación, hasta que mi nueva historia me sea natural. El
verdadero alivio lo encontré al integrar esta etapa con algo de naturalidad, al
contarlo a los demás, al escribir sobre ello, al escuchar a otros acerca de sus
tormentas, al escuchar a otros acerca de sus días soleados y saber que todo
está bien, que necesito de ambas experiencias.
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