MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS-CLARISSA PINKOLA ESTÉS

 

RECUPERAR LA INTUICIÓN

Si hay un libro que quisiera haber escrito es este, amo la bella forma en que se entrelazan las palabras y me gusta pensar que es lo que me diría la mujer que algún día puedo llegar a ser, me encanta su forma, su poesía y el profundo mensaje que entrega. La autora es psicoanalista jungiana, poeta y cuentista o “contadora”, este libro es la unión de sus facetas, a través de varios cuentos me sumergió en mi interior, un viaje dulcemente guiado, donde descubrí y redescubrí mis sombras más oscuras y, el gran regalo, la belleza destellante de mi Alma salvaje, me enseña a caminar en dos mundos, a unir mi ego y mi esencia, y a dejar morir el deseo de ser demasiado buena.  Este es mi primer escrito inspirado en sus páginas, me regalo el seguir escribiendo sobre él hasta que sienta que he plasmado todo lo que he escuchado y, sobre todo, sentido al leerlo.  

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LA VOZ DEL ALMA

¿Estoy en contacto con mi auténtico yo? ¿Escucho los llamados de mi Alma?

Me preguntaba ¿cómo sería esa voz? ¿qué es lo que escuchan esas personas? Esto suena a algo tan místico y divino, ¿será que podré experimentarlo alguna vez? Esto es lo que, literalmente, con cuentos, de una y otra manera, el libro ha dicho al oído de mi anhelo: no es escuchar una voz, es tomar las decisiones que realmente quiero y me hacen bien, es la convicción de abandonarme a quien soy, sentir la presencia de la Divinidad alentándome, dándome consuelo, cuidándome o mimándome, es que surjan ideas sorprendentes, jugosas, divertidas, amorosas, ideas con tanta belleza que hacen que se me enchine la piel y suelte una emocionada sonrisa, y no sólo eso, que además, les de vida, las cree, me lleve a donde quiero estar, haga y diga lo que quiere ser dicho y hecho, ¡sí! eso es lo que quiero, justo ser así, y es cuando me siento de esta manera, tan inspirada, que me digo, ¡La escucho! Esta voz inigualable es la de mi Alma.

No quiero que me mal entiendas, no es mi forma de sentir la vida por defecto, son momentos, horas, días, y en la mejor de las rachas, semanas, en las que esta forma de existir me sucede y solo puedo decir gracias. Uno de mis mayores miedos es perder esta conexión con mi Alma, pues también están los descensos, en donde un humo me envuelve y mi cuerpo me llena con sensaciones que no me gustan. Cuando la certidumbre de estar sostenida y guiada se ausenta, y si son muchos días de duda, incluso llego a creer que no volverá, que lo soñé, me lo inventé y pierdo la confianza en la vida, ya ni sé cuál es el sentido de vivir.

Hace unos días, en los que me encontraba en el descenso, mágicamente, a través de una amiga, me llegó este mensaje: “Permanece atento a tus sensaciones físicas y emocionales recurrentes, pues ellas te darán instrucciones divinas.” Estuve lo más atenta que pude, y de pronto entendí que mi Alma no solo me habla con sensaciones bonitas, o emociones placenteras, el que me enferme, sienta dolor, esté agotada, triste o ansiosa es también la voz de mi Alma, no pierdo nunca la conexión con ella, nadie lo hace. Aprendí en el libro que los descensos hacen parte de la vida de una mujer, una y otra vez volvemos a bajar, es parte de nuestros ciclos, pertenece a la Vida/Muerte/Vida, a soltar y fluir. En conclusión, el dolor y sufrimiento que conlleva muchas veces el vivir no es señal de estar alejados de la Divinidad, tampoco lo es dudar, tener miedo o incertidumbre. Es un alivio saber que mi fe no tiene condiciones, que mientras alguna parte de mí siga llamándola, ella acudirá, responde en una voz en mi interior o del exterior, alguien más encenderá mi luz, si llego a perderme en la confusión del pesimismo ella busca la manera, desde adentro o afuera, en unas palabras, una imagen, un sabor, olor, cualquier cosa, debo estar atenta, mi parte es la de continuar preguntando, como lo dice la autora: “¿Dónde está el Alma de esta cuestión?” ¿Escucho los llamados de mi Alma?  

EL LLAMADO

La respuesta varía de un momento a otro, y no sé si llegaré a responder con un rotundo y definitivo ¡sí! La pregunta es la llave para recuperar a la mujer salvaje que vive en mi interior, esa conexión profunda y espiritual con la esencia que habita en cada mujer. Hoy miro hacia atrás y le doy sentido a mi camino, intento recordar cuándo he sentido el espíritu de la mujer salvaje, su sabiduría, pasión y creatividad, la que sabe lo que quiere, la que defiende su voz y se entrega al amor en cuerpo y alma sin importar lo que reciba a cambio. Tengo la certeza de que en mi infancia había un gran vínculo, algún destello en mi adolescencia, y he podido sentirla reconfortándome en algunos lapsos entre el sufrimiento, pero nunca fue una conexión consciente, era más un chispazo de buena suerte. Hace apenas unos meses se ha fortalecido mi capacidad de llamarla, no existe ningún suceso, por terrible que parezca, con el poder de destruirla, no importa si son tragedias, si soy la victima o la victimaria, siempre puedo volver a “cantar sobre sus huesos”, literalmente cantar, bailar, orar, preguntar o quedarme quieta, para que ella me encuentre.

¿CÓMO SE SIENTE
NO ESTAR HACIENDO EL LLAMADO?

En mi caso no se trata de una sola cosa o síntoma, he identificado un montón de sucesos muy variables dependiendo de la etapa de mi vida en la que me encuentro, incluso hasta contradictorios, por ejemplo, en una época dormir mucho y en otra no poder dormir. En este viaje por mi historia personal he reconocido las señales de estar “muerta en vida”, no es que siempre sea obvio o evidente, en palabras del libro es algo así como “Bueno, no es que me encuentre mal, pero tampoco me encuentro bien” No se trata de estar pasando por una profunda crisis depresiva, ansiosa, insomnio, enfermedad, ataques de pánico, aunque también son señales evidentes, pero cuando todo parece estar en orden y calma es lo más complicado, no creía que hubiese una forma distinta de ser yo, no sabía de devoción, dicha, fe, alegría, goce, espiritualidad, deseo irrefutable, pasión o amor incondicional. Las señales, que hoy son obvias, pero en su momento no lo eran para nada, fueron variadas, las que recuerdo son: que al despertar no me emocionaba el nuevo día, más bien se sentía como tristeza de abandonar la comodidad de mi cama, otros días sentía ansiedad, una sensación de que algo saldría mal. Mi mayor anhelo era que el día fuese predecible y sentirme en control de cada minuto. Mantenía mucho tiempo en pantallas. Me refugiaba en el deporte para evitar sentir ansiedad. Me enfermaba cada cierto tiempo. Desconexión profunda con las sensaciones de mi cuerpo, con el disfrutar, la sensibilidad y el placer. Normalizar las crisis existenciales, el sentir que la vida no tiene sentido. Irritabilidad ante lo imprevisto. No reír a carcajadas. Exponerme a riesgos innecesarios, aceptar amistades que no me convienen, o no poner distancia con personas que drenan mí energía. No afrontar los retos importantes. Evitar las conversaciones incomodas. No saber cuándo estoy cansada, o, si lo sé, la Incapacidad de descansar y relajarme. Tomar alcohol. No saber qué deseo, no poder tomar una decisión. Carencia de tiempo. Mantener un montón de “debería” en mi mente. Querer tener el control. No conocer mis necesidades. No disfrutar de mi soledad y del silencio. Dejarme arrastrar por mis emociones. Olvidar que voy a morir.

Puedo seguir por decenas de páginas, lo importante es que me recuerde, constantemente, una y otra vez, que hay otra forma de estar en mi vida, darme cuenta que puedo transformar esos aspectos de mis días que parecen insatisfactoriamente normales o anormales, y esas partes de mí que me duelen. Sentí la necesidad de reencontrar la voz de mi auténtico yo, aunque no tenía ni idea de qué era lo que buscaba, algo me impulsó a iniciar el viaje interior, en el que sigo preguntándome: ¿Quién eres? Y por fin entiendo que la respuesta nunca fue el objetivo, siempre lo ha sido la pregunta, esta pregunta en particular es la llave para descubrir quién habla y actúa en mí, ¿Es la voz de mi Alma o la voz de quién? 

La autora nos regala estas maravillosas llaves (preguntas) para abrir nuestros tesoros psíquicos: “¿Qué ha ocurrido con mi voz del alma?” “¿Cuáles son los huesos enterrados de mi vida?” Piensa en huesos como secretos, heridas, recuerdos. “¿Cuándo fue la última vez que corrí libremente?” Yo le adiciono: bailé, canté, reí, lloré, grité, escribí… libremente. “¿Cómo conseguiré que la vida vuelva a cobrar vida?” “¿A dónde se fue la loba?” ¿O la Diosa, la hechicera, la madre divina, la bruja?

NÓMBRALOS

Hablar del autoconocimiento pareciera en un inicio un tema simple y con el tiempo algo imposible, esculcar en los recuerdos de la infancia, en traumas, en mandatos familiares, en mis ancestros, en la programación cultural… es un laberinto lleno de caminos cerrados, y es que muchas veces somos indescifrables, llevamos dentro más de lo que pensamos.

La autora nos habla de la existencia, en una sola persona, de muchos seres “con sus propios valores, motivos y estratagemas.” Estos personajes existen en todos nosotros, son voces de nuestros padres, hermanos, ancestros, amigos, cultura, religión etc. Por pertenecer a una región y cultura compartimos ciertas voces, y hay otras exclusivas de cada uno, unas milenarias y otras nuevas. En la psicología junguiana se les llama arquetipos, estos se encuentran en el inconsciente cognitivo de la humanidad y se hallan en todos nosotros.

En un inicio me percibí como dualidad, “yo” como observadora y yo como lo observado, hoy, con este libro, comienzo a armar el rompecabezas de mi psique y veo que es más complejo que solo dos, es todo un ecosistema nutrido de variedad, hay en mí seres mágicos, maravillosos, milagrosos, maternales, cuidadores, sanadores. Darles nombre a esas partes mías es el gran regalo de este libro.

Y es que el diseccionarme en partes más pequeñas y observarlas, como a otros seres que hacen parte de mí, pero que no son lo que soy, me ha permitido cobrar conciencia de esas voces que ponen resistencia, que juzgan, que huyen, que se avergüenzan, incluso de las sensaciones de dolor, aprensión e irritabilidad que provocan en mi cuerpo. No es una cuestión de reprocharme o vanagloriarme por ellas, es simplemente entender mi condición de ser humano.

Darles nombre hace que sienta poder sobre estas programaciones, mandatos, creencias, emociones y sensaciones, sea para invocarlos, consolarlos o vigilarlos. En mi mente les hablo, algo así como “Eva no te voy a permitir decir eso” “Hechicera ya cálmate, respira, necesitas chocolate” “Mi niña, te conviene un descanso, te voy a llevar a disfrutar” “Ya sé lo que deseas, vamos a por ello”

En nuestro interior hay espacio para todos estos seres, ellos son fuente de energía, fuerza e inspiración, por más malvada que sea la voz no debemos pelear con ella, lo que la autora nos aconseja es mantenerlas en supervisión, me enfoco en saber qué sucesos, afuera o adentro de mí, la provocan, y como si fuese una niña pequeña, ver su pataleta y ponerla en su lugar. Pero no todo es de controlar, esto es más de liberar, hay dentro de mí un gran poder, cubierto por capas, tras capas de juzgamiento, ridiculización o tachado de innecesario, es esta esencia salvaje, sabia, dichosa y mística la que, historia tras historia, la autora nos insta a recuperar, a nombrarlas e invocarlas como super poderes maravillosos e increíbles, estos seres nunca me dejaran colgada, son fieles, incondicionales, siempre acuden y están dispuestas a entregarse por completo.    

Nuestra tarea no es corromper su belleza natural sino construir para todos estos seres una campiña salvaje en la que los artistas que haya entre ellos puedan crear sus obras, los amantes puedan amar y los sanadores puedan sanar Clarissa Pinkola Estés.

        Continúa...   

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Comentarios

  1. Mágico 🪄🪄🪄🪄 tardo en leerla pero una de esas Anas (a las que aún no he asignado un nombre )que llevo dentro, a cada instante me recuerda que debo venir a este lugar lleno de letras únicas. Mil gracias

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