¿QUIÉN ERES TÚ Y QUÉ HACES AQUÍ?-JESÚS YANES

 


CONFÍA

Mi mejor forma de terminar este año es escribiendo, y el libro que elegí me inspira para entrar en el 2025 en total conexión con la palabra que va a guiar mi actuar en este nuevo año: Confía. Solo una palabra, porque a veces lo simple es lo que tiene mayor impacto, lo más sencillo es más fácil de recordar que un listado de anhelos. Aún así, también tengo mis metas para el nuevo año, algunas mundanas y otras espirituales. Pero si algo he aprendido este año que termina es que la vida está viva, es fluctuante y misteriosa. En este sentido, uno de mis propósitos más importantes para el 2025 es darle espacio a lo desconocido: permitir que bendiciones, que ni siquiera puedo imaginar, lleguen de formas inesperadas. Me copio el mantra de Sofia Alva “Universo, muéstrame tu magia”. Llevar mi atención a este libro es mi forma de alinearme, desde ya, a el objetivo de vivir confiando y estar atenta para no perderme de los regalos inesperados.


¿Cuánto tiempo vas a permanecer allí?

A veces, la mente se llena de una maraña de pensamientos descontrolados, como demonios susurrando en la penumbra. Me encuentro con los ojos cubiertos por una capa lechosa que me aleja de una realidad más elevada, que sé que está allí porque ya la he vivido. En estos momentos, lo que más quiero es elevar mi vibración, volver a la cresta de la ola, estar inspirada y encender mi llama, porque así tengo acceso a una realidad maravillosa. He aprendido que, desde una simple palabra a una sutil sensación, puede llevarme a la oscuridad, entonces mi mundo se transforma y regreso a la niebla. Pero este escrito no es de queja o de resignación, es que lo importante es preguntarme ¿Cuánto tiempo vas a permanecer allí?, y este libro me ha enseñado a buscar las grietas en la realidad del miedo, del sufrimiento, de la culpa o vergüenza, para poder regresar a una existencia divinamente extraordinaria. Negar esas realidades, tacharlas de falsas o engaños, no me ha funcionado, es ridículo pretender que no existen cuando la siento en mi cuerpo, no hay nada que se sienta más real que el dolor y sufrimiento. Pero, también sé que, existen otras verdades, porque, como lo dice Diana Uribe, “dos cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo lugar”

Ya se la receta: el pensamiento apropiado, unido a una emoción elevada, tiene el poder de elevarme a vibrar en la frecuencia correcta para experimentar la dicha, el agradecimiento, la atracción, las sincronicidades y los milagros. Ojalá me resultara tan sencillo como suena. ¿Cómo salir de la neblina? ¿Cómo liberarme de los velos, de esas capas lechosas que cubren mis ojos?

Péndulo

Mi vida es transitar del amor al miedo, de la dicha al pesimismo, de la convicción a la incertidumbre, de la autenticidad a la vergüenza, de la inspiración a la ocupación, de la creatividad al control, y luego volver: del miedo al amor, de la incertidumbre a la fe, y así. El cambio es la naturaleza del universo. Aunque, últimamente, había habitado periodos muy prolongados en el amor, la calma y la compasión, llegué a ilusionarme con haber dejado atrás esos mundos tristes, pesimistas y ansiosos. Pasar de la experiencia de unión, de ser uno con todo, a la separación, a estar aislado y sin sentido, es doloroso; pero, una vez más, regresar a la unidad, a ser todo, se siente genial. El autor lo expresa así: “El renacer de la conciencia y el despertar del Alma son las experiencias más sublimes que se pueden tener en la vida”

Comienza la vida a enseñarme que no se trata de un ascenso en línea recta, sino de un ascenso en espiral. Aunque pareciera que me encuentro en el mismo lugar de angustia o miedo del pasado, la verdad es que estoy varias vueltas más arriba, solo que esta vez trabajando en un lado más profundo de quien soy, y con muchísimas más herramientas y conocimientos que antes. Mi asenso en espiral significa que mi despertar no consiste en un momento único o culmen; se siente como una serie de descubrimientos que se entrelazan para llevarme a un giro más arriba.  

Una vez más estoy buscando otro despertar de mi Alma. Deseo acceder a una verdad que nunca he vivido o habitado, dejar atrás la fe (es decir, el deseo de creer) y acceder a la experiencia de vivirlo. Ya no necesito creer en la Divinidad porque la viviré en cada respiración, así como no necesito creer que mis ojos son cafés, porque simplemente lo sé. Así quiero saber, y no tener que convencerme una y otra vez. Esto es un salto cuántico: llevarme a donde nunca he estado, a otra línea del tiempo y descubrir una vida inimaginada.

Superar mi deseo de comprender

Mi deseo, al igual que el de todos los seres, es moverme hacia la alegría, la dicha, el amor, la abundancia y la felicidad; me siento naturalmente atraída a ello, como las polillas a la luz. Es cuestión de elevar mi vibración para poder acceder a lo que el autor llama la experiencia trascendental, o, en mis palabras, habitar una verdad superior, en la que me siento expansiva, completa y satisfecha. ¿Qué es lo que me impide elevar mi vibración para que se revele la verdad superior? Es por mi ignorancia espiritual.

En el libro se resalta la diferencia entre inteligencia e intelecto. Nuestro cuerpo, las plantas, animales, el universo se mueve con una inteligencia que lo ordena todo y hace posible que existamos, que nuestros cuerpos vivan sin que tengamos que pensar en ello.

Nuestra mente, el intelecto, quiere comprenderlo todo y mantenernos a salvo, es importante para la supervivencia, por ello proyecta el futuro a raíz de nuestro pasado, previendo resultados idénticos a lo que conoce, y en los márgenes de las creencias que tiene. Esto se convierte en un velo, en la capa blanca sobre los ojos de la que hablo, que me impide ver y experimentar la realidad más elevada que estoy buscando.

Como dice Jesús Yanes, el intelecto, cuando se obsesiona con la comprensión y el control, se convierte en una especie de prisión que nos impide acceder a una verdad superior.

La gran inteligencia es incognoscible para el intelecto; esta es la ignorancia espiritual. Aunque no pueda comprenderla, sí puedo sentirla en el cuerpo y conocerla con mi conciencia, así comienzo a liberarme de la ignorancia para poder apreciar la inteligencia que me da la vida, que siempre quiere lo mejor para mí y lo ordena todo con perfección sublime.

Me pregunto: ¿por qué y para qué existe la mente? Es por ella que vivimos la escasez, la guerra y el sufrimiento; no pareciera una bendición para la humanidad.  

“Cualquier animal, árbol o planta y, por supuesto, cualquier mineral tienen más conciencia de mí -Dios- que los seres humanos” Jesús Yanes

Para poder experimentar el despertar del alma, es necesario que estemos dormidos, y es por eso que llega el sufrimiento, para que deseemos buscar ese despertar. La mente, al proyectar constantemente el pasado y el futuro, es la que nos permite sentir las emociones con fuerza volcánica, a menudo exacerbadas por el miedo y la separación; solo los humanos experimentamos la vida de esa forma, con esa intensidad. La mente hace posible que vivamos la experiencia de separación, de insuficiencia, de sin sentido, y es porque nuestra alma está hambrienta de vivir nuestra transformación, de que tengamos, como lo dice el autor, “la experiencia trascendental”. Esta es la iluminación, el despertar, o, como lo entiendo yo, la revelación de la verdad superior. Sin mente no habría neblina que disipar para apreciar la luz.

“Saber que la elección del sufrimiento es un deseo del alma es un gran paso” Jesús Yanes

Saber todo esto me parece fundamental para abrir espacio a lo incomprensible, superar la necesidad de racionalizarlo y aceptar que no es necesario comprender para conocer.

¿Habías escuchado del lenguaje sutil?

El lenguaje sutil son las señales que me revelan la existencia de un poder superior; es saber que estoy siendo guiada, y que hay un sentido para mi existencia y todo lo que me sucede. Cada persona tiene su propio lenguaje sutil, su propia conversación con La Divinidad, con su Ser, Esencia, Alma, Yo superior o Inteligencia Universal. Nunca estamos solos, al ser parte del todo. Este lenguaje siempre está manifestándose a nuestro alrededor y en nuestro interior; la cuestión es si estamos atentos y dispuestos a verlo. Para mí, pueden ser ciertos números, plumas, flores, cualquier objeto, sonido, sabor, sensación. Es especial para cada persona, un código único que solo puede ser leído por la particular forma de comprender de cada uno, de sentir, de atarlo a un pensamiento, a un recuerdo y que nos haga sentido. No importa lo sutil que sea la manifestación; esta tiene la posibilidad de traducirse en nuestro interior en un mensaje gigantesco de sabiduría.

Nadie puede darte el significado de tus sueños o de las señales que llaman tu atención; solamente cada uno de nosotros puede sentir su verdad. La mayor parte del tiempo me es imposible compartir mis mensajes con otras personas y lograr que estas vean la magia, la profundidad y la sincronicidad que yo veo. Por lo tanto, decido guardármelo solo para mí, pues lo que obtengo es ponerme a dudar y perderme del regalo.

No se trata de andar por allí buscando el significado; se trata de estar presente ante los delicados detalles que llaman mi atención y, al mismo tiempo, observar lo que despiertan en mi interior. Si lo veo y me interesa, es por algo. Las señales no dejan de ser simples acontecimientos, pero si estoy atenta a lo que despiertan en mí y me hacen sentir, es entonces cuando se transforman en lenguaje sutil.

Me recuerdo siempre que todo tiene significado, pero no todo es significativo. La invitación no es a perdernos en la señal, en darle demasiada importancia a la manifestación por bella y extraordinaria que luzca, como lo dice el autor quédese con la esencia de esos acontecimientos, que no es otra que llamar su atención y guiarle” 

El lenguaje sutil es, en este momento para mí, el poder ver las grietas de la realidad del sufrimiento en la que a veces habito. Una mariposa, una caricia del viento, la luz a través de las hojas de los árboles… estas sutiles manifestaciones son, muchas veces, las rendijas por las que se filtra un poco de aire fresco. Estas me recuerdan que hay una verdad superior, una realidad amorosa, llena de dicha y abundancia.

Despiertan en mí un recuerdo de algo que aún no me sucede: la experiencia de sentirme como una nueva versión de mí, sin que me haya transformado aún. Es estar ya en el lugar hacia dónde voy sin haber llegado.

Quisiera experimentar las señales el mayor tiempo posible para que me guíen siempre a actuar conforme a mis valores; a tratar a todos con amor; a reservar tiempo, energía y atención a las verdaderas prioridades de mi vida; a experimentar a Dios en la confianza de que todo, absolutamente todo, sucede para mi bien; a disfrutar de estar en el aquí y ahora, y no perdida en preocupaciones futuras o culpas del pasado; a tratarme con amor incondicional y compasión; y a dejarme ver en mis formas más auténticas.       

Esto no es de fenómenos paranormales; es la decisión de cada día pedir nuestras señales (puedes decir: “Universo, muéstrame tu magia”) y estar dispuestos a vivirlas. Es la decisión de ver a Dios en todos lados, y de darnos el permiso de conversar con Él.

Te comparto lo más bello que el libro me regaló, aunque aún no sepa poner en palabras lo que produce en mí, es este mantra: Déjame que te piense, déjame que te abrace, déjame que te viva Lo he estado usando mucho y le he añadido:Déjame que te sienta”. Lo repito como si fuese La Divinidad quien me lo dice, quien lo piensa en mí.    

Comentarios

  1. Confía.
    Vivamos y sintamos las cosas como si ya fueran nuestras.

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  2. Muchas gracias por compartir que hermoso escrito

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