EL ACTO DE CREAR:UNA MANERA DE SER-RICK RUBIN


 CREAR POR PLACER

“El objetivo no es crear obras de arte, sino acceder a ese estado maravilloso en el cual el arte se torna inevitable.”
—Robert Henri

El autor de este libro ha acompañado en su proceso creativo a muchos de los más reconocidos artistas de la música. Leer sus ideas es un reconfortante aliciente para continuar fortaleciendo nuestro lado creativo… o para iniciarlo, si aún no lo has hecho.

Me encanta cómo está escrito este libro: en capítulos breves, con letra grande. Es fluido y hermoso. Muy recomendado para almas sensibles.  

Esta lectura, junto con Libera tu magia, de Elizabeth Gilbert, ha sido una de mis bases más sólidas para atreverme a vivir una vida creativa. Me ha enseñado a dejar de valorar únicamente lo productivo o lo monetizable, y a comprender que hay en la vida algo más profundo que la eficiencia, la fuerza o las metas. Algo más esencial que el supuesto “éxito”.

Conectar con mi energía femenina también tiene que ver con entregarme a actos que me regalan belleza. A encontrar un lugar en mi vida para expresarme y compartir mi mirada única. A darle importancia a crear, simplemente por placer.

Encontrar el balance entre lo que “debe hacerse” y lo que deseo hacer, se ha convertido en mi forma de vivir como una artista.


Una noche de luna vista desde mi ventana
LA FUENTE

Hace aproximadamente un año estaba escribiendo sobre este mismo tema: el acto de crear. En aquel momento, mi inspiración fue el libro Libera tu magia, de Elizabeth Gilbert. Entonces aprendí algo que cambió por completo mi forma de ver la creatividad: las ideas no surgen desde nuestra mente, sino que son una energía que habita afuera, en el mundo, y que, en algún momento, tocan a nuestra puerta para ser materializadas.

Puede ser una idea para emprender, para reunir a mis amigos y hacer algo especial, una idea para un baile, una receta, una solución, o para cambiar el orden de mi cuarto, para armar un outfit distinto, o simplemente una idea hermosa para escribir. Lo que quiero decir es que el acto creativo no excluye ninguna parte de nuestra vida: podemos hacer de nuestros días una verdadera obra de arte. 

Elizabeth Gilbert dice que la idea espera a que tomemos acción, que desea nacer a través de nosotros. Pero si no lo hacemos, esa energía busca otro receptor, porque su propósito es claro: nacer en esta realidad.

En su libro ella cuenta una anécdota sorprendente: estuvo escribiendo una novela que dejó a la mitad, y tiempo después, otra escritora, amiga suya, publicó un libro con la misma trama, los mismos personajes y que se desarrolla en los mismos países. No había forma de que hubiera sido un plagio. Fue ese hecho inaudito lo que la llevó a investigar a fondo acerca de las ideas. Esa búsqueda culminó en Libera tu magia, donde comparte de cómo muchos inventos y descubrimientos han sucedido al mismo tiempo en distintas partes del mundo, como si las ideas buscaran múltiples canales para llegar.

(Te invito a leer en el blog mi escrito anterior, inspirado en ese libro).   

Hielos en mi bebida

Ahora, con la lectura del libro El Acto de Crear: una Manera de Ser, de Rick Rubin, voy profundizando aún más en esta visión. Al igual que Gilbert, Rubin nos habla de las ideas como una energía con existencia propia, y aunque no las podamos percibir con nuestros sentidos, siempre están presentes. Proceden de “la fuente”, que es inagotable y está siempre disponible para todos.

Podemos imaginarnos como vasijas que reciben constantemente información de esa fuente. Todos tenemos la capacidad de ampliar nuestro recipiente, de traer más belleza, soluciones e inspiración al mundo.

Es como lo dice Sofia Alva, somos un canal entre el cielo y la tierra. De lo que se trata es de ampliar nuestro canal para poder descargar más.

Las paredes de mi contenedor son las creencias preestablecidas sobre lo que es o no es posible. Me limita el mantener inmutables las definiciones de quien soy, de los otros y de todas las cosas. Tantas reglas sociales, familiares y personales que nunca cuestiono… A veces ni siquiera me doy cuenta de que puedo romperlas, porque creo ciegamente en ellas.

Para expandir mi vasija – mi modelo mental- necesito mantener como hábito el cuestionarme lo que parece “normal”.

Sí estamos demasiado rígidos, sólo accedemos a las ideas del tamaño que quepan en nuestra vasija.

Por eso, quiero hacer un espacio para recibir más. Un espacio físico: en mi casa, en mi armario y en mi escritorio. Un espacio en mi tiempo. Un espacio en mi energía, en mi atención. Un espacio para sentir y escuchar. Un silencio. Crear un vacío en la vida para que absorba lo nuevo.

Para mejorar mi conexión con la fuente, hede mantener el canal despejado: honrar mis necesidades, nutrirme y cuidar de mi cuerpo, mente y espíritu. Sostener los hábitos que me sostienen.

Y algo realmente importante: seguir mis deseos. Usar ese espacio que he creado para escuchar qué me apasiona. Preguntarme: ¿Qué me apetece de verdad? ¿Este sueño es mío o fue impuesto?

El deseo es la brújula que me lleva al encuentro con la fuente.    

Mi tablero de visión 

 Vive como una artista

De la lectura de este libro nació mi mantra: vive como una artista.

“Lo que haces no tiene por qué ser presenciado, grabado, vendido o preservado en una obra de cristal para ser una obra de arte”

—Rick Rubin

Justo me insté a ser una artista al iniciar este escrito.

¿Cómo puedo escribir como una artista? Escribiendo desde el corazón. Eso significa hacerlo aún con todas las dudas que surgen en mi mente: ¿hay algo de valor que tenga por decir? ¿o simplemente son tonterías? Estas inseguridades, si las dejo salir y figurar en mis palabras, son precisamente lo que me hace más auténtica. Mostrar mi particular visión del mundo y dejar fluir lo que tengo dentro, es lo que me convierte en una artista.

En estos últimos días, he traído a mi mente, una y otra vez, la intención de estar en el mundo como una artista. Ser espontánea. Rodearme de belleza. Ver más allá de lo habitual. Buscar la magia. No desear estar en otro lugar, ni haciendo otra cosa.

Siempre hay forma de traer armonía al mundo si puedo ver más allá de lo obvio.

Vivo como una artista cuando salgo de la rutina y de lo cotidiano para responderme esta pregunta “¿Cómo puedo mejorar esto?”.

Es decir ¿Cómo puedo hacerlo más bello, más suave, más divertido, más auténtico, más mío?

Un café en soledad
Ser una artista implica dejarme inundar por el momento. Llevar la atención a los detalles para permanecer presente. Y, al mismo tiempo, poder mirar mi mundo interior, reconocer lo que se despierta dentro de mí. Llenarme del instante por completo. Agudizar los sentidos y la mente para que nada del momento -ni de lo que sucede fuera, ni de lo que surge dentro- quede sin apreciar y se pierda.

Me digo: detente, mira un poco más.

Me insto: Silencio, escucha con todo lo que eres.

Y me recuerdo: siéntelo.

Para mí, vivir como una artista también es caminar con la convicción de que estoy en el lugar y momento perfectos. Estoy donde el universo sabe que puedo expresar lo mejor de mí.

¿Porque estaría aquí, si la vida quisiera otra cosa de mí?

Pasar los días chuleando una lista de pendientes es, quizás, lo más lejano a vivir como una artista. Porque de esta manera, una parte de mí ya está en la siguiente actividad, viviendo con la urgencia de terminar. Tachar tareas me hace sentir más productiva, valiosa… pero también me impide sumergirme de lleno, participar con todo mi ser.

Incluso, muchas veces, hago dos cosas al mismo tiempo: estoy en una reunión virtual mientras repaso otros asuntos, o en un almuerzo familiar y resuelvo pendientes por WhatsApp. La idea es “chulear” lo más posible, no vivir mi vida.

Cuando vivo así, dejo pasar mucha información… datos ricos y nutritivos. Tal vez ahí estaba el material que me inspiraría a hacer del momento una obra de arte. La posibilidad de dar más amor, compasión o suavidad.

VER UN POCO MÁS.

Contemplar el amanecer en el semáforo 

La existencia es vasta e infinita. Sabemos que queda mucho por fuera de lo que nuestros sentidos son capaces de percibir. Pero, además, es tanta la información que existe, que nuestra mente se ve obligada a filtrar para evitar que nos saturemos de datos que considera irrelevantes. Cada uno de nosotros tiene su propio filtro para cernir la realidad exterior.

Ese filtro valora el mundo según su utilidad para nuestros objetivos, según lo que contribuye —o no— a nuestra supervivencia. Deja por fuera de la atención todo lo que considera irrelevante, aunque en realidad no lo sea. 

Por eso necesito recordarme, una y otra vez, que debo ver más allá de lo que veo por defecto, que atienda con más cuidado a lo que siento, que ponga todo de mí para escuchar lo que no se está diciendo con palabras.

Solo así puedo apreciar lo bello, lo asombroso, lo que me conmueve, lo que me sosiega. Es descubrir que hay un mundo totalmente distinto al que acostumbro a mirar. Puedo reconocer rasgos nuevos en las personas que veo a diario, y alcanzo a ver intenciones que antes habían pasado desapercibidas.

Vivir como una artista requiere, a veces, acallar el ruido interno para poder apreciar la belleza exterior. Y otras veces, silenciar el ruido externo para sumergirme en la bondad interior.

Vivir como una artista es hacer del acto de prestar atención una danza. Cuanto más atenta estoy, más amplia se vuelve mi vida. Y más cerca estoy de la verdad.  

Vivir como una artista es tener la capacidad de recoger una mayor cantidad de información. Es ser sensible a más de lo que ocurre afuera. Y luego, estar atenta para notar cómo se mezcla eso con lo que ya habita dentro de mí, con mi mundo interior.

Y finalmente, vivir como una artista es usar mis talentos para expresar esa forma única —la mía— de comprenderlo todo. Y no hablo de hacerlo solo en mis escritos (en tu caso, tal vez sea en tus pinturas, tu jardín etc). Es hacerlo en todo momento, hasta en la forma en que respiro, camino, hablo, etc. Porque, como lo dice el autor: “La verdadera obra del artista es su manera de estar en el mundo.”   

Ver a mi perrito desde abajo 

LA PEOR CÁRCEL ES LA QUE NO VEMOS.

“Cuantos más datos seamos capaces de absorber y menos tratemos de moldearlo, más nos acercamos a la naturaleza.” Rick Rubin

Existe una forma en la que creemos que debe ser nuestra vida, o en la que debemos ser nosotros.

Me refiero a reglas, moldes y formas que ni siquiera advertimos que podríamos cuestionar. Por ejemplo: cómo creemos que debemos relacionarnos con desconocidos, cómo se “debe” sentir un duelo, cómo se espera que reaccionemos ante una traición, cómo “debe” ser una relación de pareja...

Estamos llenos de normas invisibles que rigen nuestras decisiones, aunque nunca las hayamos elegido. Y lo más grave es que podemos pasar una vida entera sin verlas… y, por tanto, sin cuestionarlas.

Todos tenemos una serie de plantillas con las que diseñamos nuestros días y a nosotros mismos.

Está la plantilla del tiempo, que dicta a qué hora se trabaja, nos dice cuándo es válido descansar, qué días son para festejar y cuáles para demostrar afecto.

Está la plantilla del aspecto, que nos dice cómo debemos vernos, cómo debemos oler, cuán delgados o robustos está “bien” estar. La plantilla de lo que es bello, la plantilla de lo saludable, y muchas más que nos dicen cómo nos deberíamos sentir en nuestro cuerpo.  

Todo este entramado de creencias conforma nuestro modelo mental, esa “vasija” de la que hablábamos antes.

Después de que algunos datos logran pasar por nuestros filtros, llegan a esa vasija: el espacio donde organizamos y damos sentido a lo que percibimos. Y aunque cada modelo es único, estamos condicionados por la cultura en la que crecimos.

La tierra bajo mis pies
Por ejemplo, si creciste en una comunidad judeocristina, es probable que la culpa, el sacrificio y el miedo al castigo formen parte de tu programación mental.

Si creciste en una sociedad latinoamericana, es muy posible que, aunque estés en contra del machismo, ciertos pensamientos o expectativas aún estén filtrados por él.

Si tuviste acceso desde pequeña a series, películas y libros occidentales, seguramente tengas ciertas ideas sobre cómo “deberían ser” el sexo, el orgasmo o las relaciones amorosas.

Vivir como una artista es darme cuenta de todos estos condicionamientos. Porque la creatividad, o esa conexión con la fuente, tiene todo que ver con desafiar las normas y convenciones… incluso las que llevamos dentro.

Pero si no sé cuáles son esas plantillas, si ni siquiera las veo, entonces no hay opción de pensar en algo más allá de ellas.

En mi caso, la mejor forma de romper mi molde ha sido el conocer el cómo otras personas viven sus vidas: personas de otras culturas, de otros tiempos, con otras profesiones. Sea viajando a lugares, o viajando a través de libros, documentales, películas y series.

Y en especial, ha sido darme cuenta, de cuando algo me parece raro, diferente, anormal (me choca o es disruptivo). Ese es mi aviso para poner más atención sobre aquello para ir ampliando lo que sé. Y saber, con convicción, que todo en lo que creo no es la verdad —es solo una percepción— me ha abierto la posibilidad de cambiar, de romper mi vasija para hacerla más grande.      

¿Por qué esto es tan importante? Porque quiero expandir la estructura que me contiene, expandir mi modelo mental, y así ampliar el canal que soy entre la fuente universal y el mundo material.

Si puedo ampliar mi contenedor puedo recibir de la fuente más sabiduría, abundancia y amor. Y sostenerlo para que cuando esté llena… eso rebose y se manifieste en ideas únicas: ideas para amar, ideas para emprender, ideas para sanar, ideas para relacionarme, ideas para organizar, solucionar, ideas para hacer de mi vida una obra de arte.  

La cuestión es que pueda traer a este mundo más de lo que la fuente —llámala: alma, universo, divinidad, yo superior, conciencia, naturaleza— quiere expresar a través de mí.

Frente al espejo

LA FUENTE QUIERE CREAR A TRAVÉS DE MÍ ¿SE LO PERMITO? 

La excesiva planeación de cada día, esa falsa seguridad que me da el saber con exactitud el itinerario de lo que haré y sujetarme rigurosamente a él, no deja espacio para que la energía del momento me muestre qué debe ser creado o sentido hoy.

A veces me descubro resistiéndome a lo que el momento pide de mí… porque yo ya tenía otros planes. La que fui ayer planeo el día para la que soy hoy.

Pero hay tanto por fuera de la lógica que planifica. Maneras de saber lejos de mi modelo mental. Nuevas formas de darle sentido a la información que recibo y que no encajan dentro del razonamiento lineal.

Mi cuerpo y mi subconsciente saben de otra manera, y me hablan a través de la intuición. Sin lenguaje y sin números.

Hay demasiado sucediendo al mismo tiempo, y por eso La fuente tiene diversas formas de llegar a mí, es un lenguaje sutil que, aunque es imposible de conceptualizar, si puedo sentirlo.

No todo puede meterse en un itinerario, o en una rutina. Cada día trae consigo una energía especial y única: en la naturaleza, en mi cuerpo, en mi alma.  

Y si no hago espacio para sentirla y habitarla la puedo desperdiciar. Puedo dejar pasar inspiración, cualidades, talentos, dones, sensibilidades… Y no sé cuándo volverán.

Hacer de mi día una obra de arte puede ser tan simple como dejar un espacio vacío para preguntarme qué me apetece hacer hoy.

En ese vacío puedo sentirme y elegir con qué llenarme.

Me pregunto: ¿Qué haré hoy?

Y entonces llega a mi mente algo que se me antoja hacer, algo a lo que me encantaría entregarle mi energía.

Otra pregunta que me encanta: ¿Cómo haré de este día el mejor día de mi vida hasta ahora?

Y así, incluso entre las tareas de la larga lista de pendientes, encuentro algo que vibra con la energía de ese instante.

“La fe te permite confiar en las indicaciones sin necesidad de entenderlas” Rick Rubin

A veces es una llamada, o un mensaje, lo que me indica lo que la vida requiere de mí.

Elegir vivir como una artista es entregarme de lleno al momento y ver las oportunidades de belleza que tiene.

Es dejar de amargarme deseando estar en otro lugar o queriendo que sea diferente.

Cuando logro vivir como una artista, puedo involucrarme y participar con todo mi ser. Pongo toda mi atención en lo que está ocurriendo. Y tengo la certeza de que esto —justo esto— es lo que debe hacerse. Y fluyo al soltar mi lista de lo que “debería” estar haciendo. Me quedo con el “aquí”.

“La intención es un estado por el cual vives en armonía contigo” Rick Rubin

Hace unos días, mi amiga Anamiel me dijo: “Dios siempre me pone en los lugares donde soy feliz” Me encantó esa frase. Y me hizo tanto sentido con esta intención de vivir como una artista…

Tengo la convicción que si estoy aquí —en este momento, en este lugar, con esta circunstancia— es porque la divinidad sabe que puedo ser feliz justo aquí y ahora.

¡Solo necesito ser una artista!

 

Los colores de mi comida

DISCIPLINA Y LIBERTAD VAN DE LA MANO.

Vivir como una artista no es desorden ni flojera, pues nada realmente valioso se crea sin constancia.

Disciplina es, en palabras del autor, tener “una relación armoniosa con el tiempo”.

Tener disciplina me calma, me hace sentir segura.

El tener una estructura para el día a día es lo que me permite abrir los espacios para entregarme a lo desconocido. Los momentos de asombro acontecen entre lo habitual. De lo contrario ¿Cómo los reconocería?

Mantener mis hábitos de autocuidado —la meditación, el ejercicio, la alimentación consciente— al igual que organizar mis horarios de trabajo, son lo que me permite liberar mi mayor capacidad creativa.

Soy un canal entre el cielo y la tierra, y mis hábitos diarios, mi sādhanā, son la forma en que mantengo ese canal sin obstrucciones.

Me encargo, cada día, de crear una ocasión para sentir, escuchar y saber lo que el universo quiere manifestar a través de mí. Esto, lo convierto en mi rutina de libertad.  

Y cuando conecto con una gran idea, es la disciplina lo que me permite hacerla realidad.

Me doy la libertad de ubicar, en la estructura de mi día, un espacio temporal, mental, y energético para desarrollar mi visión creativa, para dedicarme a mi afición.

“Una afición que es lo más importante de tu vida” Rick Rubin

El árbol de mi barrio

SOY UN CANAL ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA.

Solía creer que las grandes ideas eran algo que se me ocurría de repente,

Ahora sé que estoy siendo pensada.

 (Tu ya sabes por quién).

Es a las ideas a las que, intempestivamente, les ocurro yo.

¿Es la Diosa quien está pensando en mí, o yo pensé primero en ella?

Concluyo que es lo mismo.

***

 Cada vez que defino quién soy y en lo que creo, destruyo la verdad

La recorto para meterla en un diminuto molde.

Todo eso que opino sobre mis escritos (Y sobre mi misma, mi trabajo y propósito) …

el sentido que intento dar a lo que fluye por mis pensamientos…

eso no es más que confusión.

Solo otra historia que me cuento,

tal vez para justificar lo que hago (lo que sea que me dé la gana hacer).

***

No puedo decir qué es trascendente y qué es trivial.

Ni de mis escritos, ni de mi vida.

No sé distinguir la esencia de lo que no lo es .

Tal vez al final de mi vida lo sepa.

O no...

Lo cierto es que hoy, honestamente, no sé cuál es el significado de lo que estoy aportando.

¿Qué estoy despertando, alimentando o sembrando con mis palabras?

Y esto no solo se aplica al arte.

***

Ya no se me ocurre decirle a nadie “Sé tú mismo

Esto no es de ninguna utilidad.

No soy la misma de ayer,

ni soy la misma cuando hay alguien más.

Y soy muchas estando sola.

Entonces, ¿cuál será que soy cuando soy yo misma?

***

Nada puede contener la totalidad de quien soy.

Nada de lo que haga me define más que por un instante.

Nada de lo que escribo dice todo de mí.

Solo muestra un momento de quien soy… en ese instante

Y cuando sea otra… escribiré otra cosa

Aunque se contradigan,

mis escritos siempre reflejan mi verdadera naturaleza.

***

¿Cuál es el indicador de éxito para todas estas horas escribiendo?

El único y verdadero es: no deseo estar haciendo nada más.

¿Qué más estaría haciendo con estas horas?

¿Qué me va a dar más?

Y si nadie puede ver qué es lo que estoy recibiendo,

eso es irrelevante.

Lo que hago es caminar a mi manera.

Y no deseo hacerlo de otra forma.

***

De todo lo que soy, ¿qué de ello es el propósito para esta vida?

Lo es todo, seguramente.

No he de descartar nada.

Pues yo aprendo al ver Ser a otros,

y ellos ni se dan cuenta de esto.

Es una comunión entre el momento y mi atención.

Aprendo de un instante superfluo,

sin palabras y sin la pretensión de hacerlo.

Simplemente sucede.

Es así como dejamos huellitas…

cuando caminamos a nuestra manera.

***

Entonces, aquella idea que quiere ser expresada en el mundo

y fluye hacia mí,

lo hace porque quiere pasar a través de mí.

Y mezclarse con todo lo que ya llevo adentro,

 antes de llegar al mundo.

Nadie más podría pensarla, sentirla y hacerla igual.

Soy la única para esta labor: hacer realidad mis ideas

Esta es una bella responsabilidad,

 sin cargarme con propósitos más complejos,

solamente con el compromiso de crear por el placer de crear

***

Y así es como escribo regularmente.

Ideas que llegan y pasan.

Algunas logro plasmarlas en palabras.

Y otras, al igual a los sueños,

me dejan sin poder recordarlas.

 

“Expresarse en el mundo es igual a creatividad. Tal vez no llegues nunca a saber quién eres si no lo expresas de algún modo.” Rick Rubin

Comentarios

  1. Crear es escucharme y permitir que lo divino se exprese a través de mi. No importa el resultado, sino la entrega amorosa al proceso. En ese fluir, el alma se reconoce, se sana y se vuelve luz para el mundo. Gracias por llegar a mi vida y ser una luz en ella, amo leerte.

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